Querer ascender en el trabajo es una cosa. Joder a los compañeros para ascender en el trabajo, otra. Pero ambas cosas, sumadas a ser lame botas es algo que da náuseas. Y mi jefe llegó así a estar donde está. Un real descarado.
Han echado a cuatro personas por causa de él. Cuatro pues. Lo primero que me dijeron cuando llegué a esta pega fue que ni mirara a ese weón: es acusador, dramático, llorón. Escribo eufemismos pero no fueron esas las palabras de mis compañeros.
Sobre mi jefe, Oscar, tenemos dos jefes: un hombre y una mujer. Han sido socios durante años, y la otra vez noté que la jefa superior, Cecilia, estaba media chata de tener a este perrito faldero. Es más, la escuché hablando por teléfono diciendo “no soporto a los hombres cahuineros”.
Nuestro otro jefe superior, Ricardo, en cambio agradece tener al pelotudo de Oscar como informante. Yo me limito a hacer mi pega, y cuando se las da de súper autoridad no lo pesco. La otra vez me dijo, “te las estoy juntando”.
Le respondí: “Chan”. Todos se rieron y esa semana casualmente salí todos los días más tarde. Una mierda. El jueves ya no daba más, así es que decidí llamar a mis amigos para que nos juntáramos después de la oficina a tomar una cosita. Lo que me llevó a otra cosita y así.
Iba a llegar dos horas tarde a la oficina. No podía decirle al pajarón del Oscar que mi atraso se debía a un embotellamiento… de ron. Así es que cuando llegué con un hachazo dantesco, el lame suelas me miró con cara de “ahora te cago”.
Como es usual, la Cecilia llegó como a la una y este gil se paró a la siga de ella. “Chucha, me van a echar”, fue lo único que pensé. Así es que lo arriesgué todo y dije delante de toda la oficina. “Cecilia, antes de que el Oscar te vaya con el cahuín. Hoy día llegué a las once porque ayer salí a tomar”.
Me sonrió y me hizo pasar a la oficina. El caracho del Oscar era rabia e impotencia. Una vez en su oficina me dijo: “me encantó lo que acabai de hacer. Puta, sí te pasaste un poco porque dos horas tarde es mucho. Pero a ese webón del Oscar no lo paso, el problema es que se ha hecho muy amigo de Ricardo. Así es que desde mañana trabajai conmigo. Yo voy a ser tu jefa directa”.
De ahí en adelante, el pelotuo ese me tiene que preguntar a mí por las cosas que la Cecilia le manda a hacer, y a veces, ella me dice que haga “reuniones falsas con la gente que él tiene a su cargo pa’ puro poner nervioso al webón ese”. Es algo que disfrutamos mucho como equipo.
Imagen CC mootown