Un buen jefe (y líder) quiere que sus empleados sean felices. Pero ese aparentemente simple es un objetivo es difícil de lograr, por una razón obvia ¿Por qué los empleados deben hablar abiertamente sobre lo que los hace felices?
Es un tema privado. La mayoría de los empleados prefieren decirle a un jefe lo que piensan que quieren oír, o sea, decirles que son felices y agradecidos.
Si la felicidad del empleado realmente es el objetivo de un jefe, es él quien tiene que dar el primer paso. Éstos son tres consejos que crean buena alienación entre el jefe y un empleado:
1.) Tomar la felicidad de los empleados como un proceso a largo plazo. Es absolutamente cierto que es muy difícil conseguir que los empleados confíen en un jefe, especialmente si no existe una relación previa. Históricamente los empleados sienten que tienen que ser muy cuidadosos con sus superiores.
¿La solución? Ir despacio. Un jefe debe compartir sus propios valores y aspiraciones. Compartir algo personal, incluso si es algo como cuál es tu banda favorita. La verdad es que la mayoría de los empleados temen conversar en privado con los jefes. Es por eso que este tipo de fomento de la confianza toma tiempo. Debes ser sincero y personal.
2.) ¡Fuera de la oficina! Si un empleador quiere trabajadores felices, la mejor forma de fortalecer los lazos es fuera del lugar de trabajo. Por ejemplo, un almuerzo en un restaurante podría ser un buen punto de partida.
Cuando sea el momento adecuado, un jefe puede considerar invitar a sus empleados a su casa u otro lugar fuera de la oficina, y transformarlo en ritual. Además, se deben crear instancias de entretenimiento, ya que es mucho más fácil que un empleado olvide la jerarquía cuando lo está pasando bien.
3.) Hablar sin personalizar. Un jefe debe acercarse a sus empleados formulando preguntas que permitan enfatizar misiones, más que al propio trabajador. Permitir que el empleado describa lo que está bien o mal de un trabajo, sin sentir como si estuviera criticando su propio desempeño o la capacidad para adaptarse a circunstancias difíciles.
La idea es despersonalizar las preguntas: Consulta a un empleado lo que "la mayoría de la gente" piensa en una situación determinada. Por lo general, el empleado te dirá lo que la mayoría de la gente piensa. Pero al hacerlo, también proporcionará una visión de sus propios sentimientos personales.
Imagen CC vía Alan Levine