Diferentes son las definiciones doctrinarias de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y muchas sus acepciones. Sin embargo, consensuando, podemos asumir que ésta tiene relación con cómo las empresas le devuelven a la sociedad, de alguna manera, la utilidad que ellos han adquirido a costas de ésta última.
Asimismo, muchas veces la RSE es considerada como “filantropía”, pero es importante diferenciar que ambas son distintas. La RSE involucra a la cadena de valor de una empresa, haciendo que ésta se vea involucrada en la estrategia social de tener en cuenta a todos los grupos de interés que están dentro del proceso de la compañía. A su vez, y de muy diferente manera, la filantropía es solamente la acción que puede tener un grupo por beneficiar a algún grupo de interés, pero dicha actividad siempre tendrá relación con mostrar externamente que hay una preocupación.
Según la Directora Ejecutiva de la red chilena de The Global Compact – o Pacto Global, la iniciativa de la ONU más grande en el mundo–, Margarita Ducci, “la RSE va más allá de las obligaciones legales vigentes. Aporta a la integración público-privada y la consecución de metas país, aborda la gobernanza, los legítimos intereses de los trabajadores, los clientes, los proveedores, los accionistas y el impacto en la comunidad del entorno y de la sociedad en general. Si bien las empresas adheridas al Pacto Global, han sido pioneras en incorporar la RSE en la estrategia corporativa, la iniciativa está abierta a todas las organizaciones que juegan un rol en la sociedad, sean públicas, privadas o de la sociedad civil”.
Para Ducci, los beneficios que la RSE puede presentar para la empresa son infinitos, así como también para los grupos de interés que la acompañan. “Los beneficios de aplicar directrices ligadas al concepto de responsabilidad social radican en asumir el desafío de integrar la Responsabilidad Social con fines positivos y dar pasos que contribuyan a generar un mundo sustentable al unirse a otras empresas que están en el mismo camino, aunando esfuerzos y desarrollando sinergias. Las empresas que lo integran, se auto imponen seguir las pautas de medición que Pacto Global ha definido para verificar que realmente están progresando en materia de responsabilidad social a través de parámetros posibles de ser cuantificados, comprobados e incluso auditados”.
Asimismo, el catedrático del Master de Comunicación Estratégica y RSE de la Universidad Andrés Bello, José Miguel Infante, explica que “la RSE nos permite entender la noción de ‘civismo’, la capacidad que tienen las organizaciones para devolverle a la comunidad lo que obtienen de ella, además de que representa una forma estar conectados con la comunidad y de entender que tenemos que vivir en un mundo más amable”.
Además, Infante explica que la RSE no es una estrategia de marketing, pese a lo que se pueda pensar, y que ésta “es una comprensión cabal de que las organizaciones pertenecen a una comunidad y que de ella surgen”.
Ejemplos de una buena RSE
El Estudio “Sistema de Integración de los Principios de Pacto Global” (SIPP) de Pacto Global, reconoce a las mejores prácticas identificadas en materia de los cuatro pilares que promueven y que tienen relación con Derechos Humanos, Relaciones Laborales, Medio Ambiente y Lucha contra la Corrupción.
En este sentido, y para ejemplificar buenos casos de RSE, Pacto Global reconoció en 2013 a Telefónica, por una iniciativa de Derechos Humanos para la erradicación del trabajo infantil llamada “Aquí estoy, y actúo”. En materia Relaciones Laborales, la práctica premiada fue “Proveedores de chatarra” de Gerdau; en Medio Ambiente, la iniciativa ganadora fue “Puntos Limpios de Reciclaje” implementado en cada una de las sucursales de Sodimac; mientras que en Anticorrupción, se premió al programa “Transparencia Esbbio” de la empresa sanitaria del Biobío, Essbio.
Imagen CC vía CNFL