“Siempre quise esto”, dice Mónica Carrasco Somodevilla. Fue en la enseñanza media cuando supo que el área de salud sería lo suyo, y como le gusta el tema de la criminalística, en un momento contempló seguir ese camino, pero su madre le aconsejó que buscara otras opciones. “Menos mal que la escuché, habría quedado a mitad de camino”, comenta.
Pero había una carrera que siempre llamó la atención de Mónica. Recuerda que le pareció maravilloso conocer y aprender el proceso del embarazo, por lo que decidió estudiar Obstetricia y puericultura (como le dicen, ser matrona).
Mónica trabaja en una atención primaria –consultorio– que tiene como fin la prevención de enfermedades más riesgosas. Pero en ocasiones su trabajo se escapa de lo estrictamente profesional. “He recibido a mujeres que creen tener problemas de tipo biológico, pero terminan por descubrir que sus problemas son psicológicos. Me gusta poder brindarles ayuda no sólo como profesional sino también como persona”.
Ser matrona/psicóloga a veces puede ser extenuante, sobre todo cuando se ven realidades tan crudas en las que ella quisiera poder ayudar más a sus pacientes. “Hago lo que está a mi alcance, darles una perspectiva diferente de ellas mismas, porque muchas son víctimas de sus propios maridos”, cuenta.
Pero su pega es más que prestar la oreja y atender a mujeres con problemas obstétricos. Mónica educa a las mujeres que están embarazadas, las ayuda a ellas y a sus parejas en talleres como la estimulación prenatal.
Dice que uno de los momentos más bellos del ejercicio de su profesión, es acompañar a las madres y a los padres en el proceso de gestación de sus bebés. Es ahí donde se siente más gratificada, porque le alegra ver a parejas que esperan con ansias a sus hijos.
También se ha enfrentado a la otra vereda: mujeres, por lo general las más jóvenes, que no quieren tener a sus hijos. Pese a eso, recuerda que muchas de ellas se han emocionado hasta las lágrimas cuando Mónica les ha explicado el proceso de embarazo y les ha mostrado lo que están gestando.
“Ver que esas mujeres cambian su actitud hacia sus hijos, es lo mejor”. Mónica Carrasco habla de su trabajo con un elemento poco común dentro de los profesionales de la salud: la priorización del bienestar de la persona a la que está atendiendo, sin aires de superioridad.
Son pocas las personas que pueden amalgamar su trabajo con lo que les gusta, esta profesional es una de las privilegiadas. “Es maravilloso que te paguen por hacer lo que te gusta. Si no existiera esta carrera no sé qué habría estudiado: es la mejor carrera para mí. No me veo en otra cosa”, recalca Mónica.
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