Martes a las 8 y media de la mañana. Una vez más atravieso los casi 2 kilómetros de campus que tiene la Universidad de Concepción para asistir a mi clase de inglés en módulo 4 (avanzado). El ramo es obligatorio para estudiantes de periodismo y ha sido siempre el cortacabezas de la carrera, porque solo se puede tomar a partir de tercer año y si te lo vas echando o postergando por algún trabajo o pre-práctica, inmediatamente puedes extender un año más tu estadía en la casa de estudios.
Mientras camino, pienso en el apodo que yo misma me auto-impuse en el ramo "Lucho Jara", recordando años atrás el incidente que el cantante y animador tuvo con Robbie Williams, donde no pudo realizarle una entrevista debido a su precario manejo del idioma. Pienso en ello, porque ir a clases e inglés es mi motivo de pavor. En parte por la poca base que me dejaron los colegios donde hice la enseñanza media, y en parte porque tener a un gringo hablándote rápidamente en su idioma natal da miedo, al menos a mi, que esforzándome tanto por entenderle, generalmente pasaba por alto las palabras clave.
La contienda es desigual. Lo peor de estas clases es encontrarte con alumnos que sí manejan el idioma y se peinan con él. Que tú apenas puedes decir I don't understand, con cara de pena, mientras esa persona te manda dos patadas voladoras y se larga en un sermón ininteligible para ti.
Las tareas obligatorias, otro problema, en mi caso al menos, recurrí a Google Translate, el traductor del diario El País, Songstraducidas (sí, un sitio argentino que traduce letras de cantantes gringos) y al amigo buena onda que estudia traducción o pedagogía en inglés. Siempre con algún chascarro, como cuando me pedían escribir una carta romántica, (al estudiar la unidad de relaciones interpersonales) y como no recordaba las palabras exactas, utilicé la canción Is This Love?, de Whitesnake. Tener un amplio dominio de canciones en inglés y su traducción correcta es siempre un buen salvador en momentos de crisis.
Aún recuerdo mi primera entrevista de fin de semestre con el gringo de turno, entran dos personas a una sala, el profesor (tutor en este caso) es quien tiene una pauta para evaluarte, mientras el hablante nativo prepara una serie de preguntas para hacerte, para luego rematar con una situación ficticia que debes resolver con tu partner. Cuando hice el módulo uno, a finales de 2012, estaba más que nerviosa, me sudaban las manos, tenía los pies helados, y en mi cabeza aparecía ese patito de 31 minutos diciendo: tengo miedo, tengo miedo, tengo miedo. ¿El resultado? Me quedé en blanco y solo respondí "lo siento, no sé, no puedo", cuando al salir de la sala me di cuenta que sí había entendido todo lo que me habían preguntado, solo que no supe como verbalizarlo. Es como cuando uno tiene una discusión con alguien, y a mitad de la noche piensa: -debí haberle dicho esto (...) y habría ganado, maldición.
Han pasado casi dos años desde mi primer acercamiento al inglés, ahora finalizando el semestre estoy a punto de decirle adiós a esta asignatura también. Se viene la entrevista final con el hablante nativo, el certamen global y las tareas que debo subir, y en lo único que pienso es en ¡VAMOOOS LUCHO JARA!
Imagen CC Municipalidad de Peñalolén