Digo no siempre, porque en un momento todo fue casi perfecto. Ambas estudiamos diseño y al vivir juntas, nuestros trabajos grupales resultaron ser una tarea sencilla. Compartimos amigos y hasta nuestros pololos se llevan bien, por lo cual la convivencia fue siempre muy positiva y pacífica. ¿Hasta? Que la buena samaritana de mi compañera invitó a vivir con nosotras a “Tomillo”.
¿Tomillo? Sí, es un gato de mediana contextura y relativamente joven, lo deduzco por la cantidad de pelos que aún bota. En un comienzo lo encontré una ternura y después, se volvió una tortura. ¡Porque soy alérgica! Lo descubrí cuando me di cuenta que pasaba estornudando todo el día en el departamento y lo peor, cuando amanecía el gato en mi cabeza cada madrugada.
Compartir tu espacio es siempre complicado y una difícil tarea. Aunque insisto nos llevamos muy bien, yo hago bastante esfuerzo al tolerar las largas duchas que se da mi compañera. Imagínense que una hora es poco decir, la primera vez que se duchó pensé que se había desmayado y ¡hasta me preocupé! Después comprendí que mi amiga era un poco lenta y maniática para algunas cosas. ¿Pero el gato? Volvamos a Tomillo…
Tiene lleno de pelos mi ropa, ya no existe nada negro en mi closet. Su orina está impregnada en cada rincón de nuestro hogar. Hasta comer a veces me produce repulsión, porque no sé si Tomillo hurgueteó la comida antes o pasó por encima de un cubierto. ¡Porque sí! Anda en todos lados el sin vergüenza…
A veces le abrimos la puerta y lo dejamos salir a pasear. Ruego cada día que no vuelva, pero él siempre regresa y con un regalito. ¡Que cariñoso dirán! Pero su ofrenda a nosotras siempre resulta ser una parte de un ratón o quizás que otra cosa que encontró por ahí.
¡Igual lo quiero! Pero no en mi casa. Él se merece un lugar mejor y con más espacio, además no quiero que los conflictos de la convivencia diaria arruinen la amistad con mi mejor amiga. ¿La solución? Le estamos buscando un nuevo hogar al Tomi y creo que mi abuelita es la primera y más dulce candidata en la lista…
Imagen CC Eduardo Cortes