Trabajo en una oficina ligada a las nuevas tecnologías y el mundo online. Comprenderán que todos aquí somos secos para el WhatsApp, las redes sociales y cuanta herramienta más exista en el mercado. Estamos siempre al día con las nuevas aplicaciones, conectados y optimizando el trabajo con ellas.
Pero mi jefe (siempre existe un pero), aquel personaje con sonrisa bonachona y mirada de gatito de Shrek (cuando está de buena), es el único que se quedó perdido en el tiempo ¡Usted es de otra galaxia! siempre le digo. Porque tiene el celular más moderno, el computador más veloz y la última Tablet. ¿Y para qué? La pregunta del millón. ¡Si con suerte sabe enviar un mensaje de texto!
El otro día en pleno horario de colación me llama por teléfono y me dice: “te acabo de enviar un WhatsApp, revisa las fotos”. Inocentemente le cuelgo y miro mi celular y ¡lo obvio!, cero mensaje. Sobre la misma reaccioné, lo llamé de inmediato y le dije: Don Pablo, usted no tiene WhatsApp. ¿Cómo me envió las fotos? Silencio rotundo… y sólo atinó a decirme: “mándame un correo para adjuntártelas”.
Se preguntarán ¿cómo sabe enviar email?, pues bien, fue una ardua batalla que finalmente terminó en ganada. Como estaba aburrida de responderle los correos cada un minuto desde su celular, una tarde me armé de valor y me puse el mejor traje de profesora para dejarlo capo en contestar correos. Finalmente, después de pegarle un memo en el escritorio con los pasos a seguir, ¡por fin aprendió!
Como siempre es tema su anacrónica relación con la tecnología, en una de nuestras tertulias, mis compañeros me contaron que lo peor les tocó a ellos, cuando tuvieron que enseñarle a ocupar su PC. El mejor episodio fue el relatado por José: “le dije Don Pablo mueva el mouse y su reacción fue tomarlo, levantarlo y moverlo de un lado para el otro jajajaja”. Después de eso, José, abortó la misión de teacher.
¿Qué edad tiene mi jefe? Unos 55 años calculo yo. No es una persona mayor tampoco, creo que su problema es que se quedó en la época de la máquina de escribir y que nadie lo insertó a tiempo en el mundillo online. ¿Los culpables? ¡Sus hijos! por no enseñarle...
¡Pero no importa! aunque a todos nos apene el poco uso y jugo que le saca a su celular (para qué mencionar la Tablet), lo importante es que nunca pierde las ganas de aprender. Y nos llena de alegría, todos los días, con sus nuevos descubrimientos: “Cabros ¿conocen Facebook?”, nos preguntó una vez con la sonrisa de oreja a oreja.
Imagen CC Jesús José Cajacuri Tacuri