El personaje de quién les voy a hablar se siente parte de la farándula, cuando camina, cualquier zanja es su pasarela y en su cabeza siempre está sonando Vogue, de Madonna. Es el compañero universitario que todos hemos tenido, el que carretea con gente bacán, el que se codea con la flor y nata de la cultura criolla, el que siempre tiene el dato de la fiesta de turno "Ay, es que el [inserte estrellita farandulera de turno] me dijo a mí, que hoy se van a ir al after de la esquina".
No es que se de cuenta de su actitud, el cabro es así, es parte de su naturaleza. En una carrera como Periodismo, yo lo he visto con frecuencia, es el caso de Diego, un compañero que teníamos que solía utilizar sus contactos para colarse en cuanta fiesta pudiera, en su Facebook todas las semanas aparecían fotos con los rockeros de turno, o hasta con los nunca bien ponderados futbolistas locales (como somos de región no tenemos el honor de pillarnos con Gary Medel, lamentablemente). Los diálogos con él se resumían siempre a:
-Oye viene [piense en alguna banda súper-famosa-jetset] a Conce a tocar, pero las entradas están súper caras
-Ahhh sí, pero yo tengo pase gratis porque soy amigo del hijo del primo del baterista
Generalmente, esta fauna de chiquillos suele dividirse en dos: el que carretea con gente bacán y que además es simpatiquísimo o el que carretea con gente bacán y es un ególatra. El primero es piola y se ha ganado estos amigos bacanes y famosillos por su buena onda y sencillez, siempre apañando a las bandas nuevas, haciendo favores, o simplemente siendo muy social. El segundo se caracteriza más por presumir de sus amistades en todos lados, y generalmente por comentarios tipo "Ay, yo conocí al Beto Cuevas porque veranéabamos en Cachagua todos juntos, y en el verano se hacían unas fogatas súper entretes con los Risopatrón que también lo pasaban ahí". Ese tipo generalmente se cuenta como pelmazo, más que nada porque su único tema de conversación es la vida de otros y como él se valida con esto.
No es que yo sea envidiosa, celosa ni nada, pero este espécimen termina cabreando, más que nada porque su mérito no es propio, siempre tiene que estar dependiendo de la gente a la que conoce. Suele ser muy simpático: sí. Suele ser puro ego: también. Al final agota. Yo no tengo amigos famosos, pero sí siento que son los más bacanes del mundo.
Y ustedes ¿qué experiencias han tenido con este tipo de chiquillos?
Imagen CC vía Janitors