El 17 de febrero de 1970, Jeffrey MacDonald, médico del Ejército de los Estados Unidos; llamó a un número de emergencias, porque su esposa embarazada y sus dos hijas de 2 y 5 años habían sido apuñaladas. Él declaró que un grupo de cuatro personas, tres hombres y una mujer, eran los responsables de la masacre; pero las evidencias mostraron lo contrario y nueve años después fue condenado a cadena perpetua por asesinato.
En junio de 1979, poco antes del juicio, MacDonald conoce al periodista Joe McGinniss y lo convence de escribir un libro sobre el caso. El médico esperaba que el escrito tratara sobre su inocencia, pero eso no ocurrió. McGinniss tuvo acceso completo a la defensa, entablo un “amistad” con el acusado e incluso se asoció con él para compartir las ganancias de las futuras ventas del libro.
Sin embargo, su texto Visión fatal, publicado en 1983, calificó a MacDonald como un "asesino sicópata", dejándolo como el único culpable de matar a su familia. En 1987 el médico decidió demandar a McGinniss por fraude.
Esa es la historia que origina El periodista y el asesino, el libro de Janet Malcolm, considerado uno de los 100 mejores de lengua inglesa, en la categoría de no ficción, por la editorial Modern Library.
Durante meses la escritora estuvo en contacto con todos los implicados en el proceso, incluido MacDonald. “En mis charlas con él y en la correspondencia que mantuvimos tuve un atisbo de algunas de las facetas más atrayentes de su personalidad; por ejemplo, su estoicismo ante las condiciones verdaderamente duras de su solitario confinamiento (…) Pero también estaba presente el MacDonald de Visión fatal. McGinniss lo traicionó, lo destruyó y posiblemente lo juzgó mal, pero no lo inventó”, narra la periodista.
El libro trata sobre la relación personal y profesional que se establece entre autor y entrevistado, poniendo como tema de discusión los límites éticos del trabajo de investigación y reporteo periodístico.
“Hasta poco antes de la publicación de Visión fatal (…) McGinniss le escribía cartas (a MacDonald) en las que le aseguraba su amistad, lo compadecía por su situación, le ofrecía consejos sobre la apelación y le pedía información para el libro”. Janet Malcolm incluye algunas de ellas en su escrito y además relata la forma humillante en que Jeffrey MacDonald se enteró del contenido del libro de McGinniss.
La obra de Malcolm invita a una reflexión profunda, no sólo por sus propias opiniones del tema y el actuar de McGinniss, sino que también por las palabras con que inicia su libro, las que generaron gran debate e incluso molestia entre muchos de sus colegas.
"Todo periodista que no sea tan estúpido o engreído como para no ver la realidad sabe que lo que hace es moralmente indefendible. El periodista es una especie de hombre de confianza que explota la vanidad, la ignorancia o la soledad de las personas, que se gana la confianza de éstas para luego traicionarlas sin remordimiento alguno".
Una visión bastante extremista y un escenario al que claramente no todos pertenecen. Pese a ello, me quedo con una sensación de deleite al ver la valiosa instancia que ofrece Malcolm para discutir sobre diversos flancos profesionales, como la judicialización de determinadas acciones en un periodista, el grado de fidelidad a los entrevistados o hacia sus declaraciones a la hora de publicarlas, y el cuidado para no transformarnos en relacionadores públicos o publicistas de quienes entrevistamos.
Este no es un libro para leer en pocos días, sus 211 páginas ameritan una lectura pausada, carente de prejuicios y bien discutida. Espero que lo disfruten.
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