Muchos estamos en el último año de nuestras carreras y aunque si bien algunos están contentos de al fin terminar con esta etapa en la que no podíamos dormir por esa prueba que nos haría pasar el ramo o terminando ese trabajo que dejamos para última hora, a la gran mayoría de nosotros a pesar de todo esto nos da nostalgia dejar una parte de nuestra vida que nos ha acompañado durante tanto tiempo.
Hemos conocido amigos con los que aún compartimos y otros que por distintas razones de la vida ya no tenemos contacto, pero a pesar de todo esto siempre serán un gran recuerdo de esta experiencia. Ya queda quizás poco para seguir compartiendo con ese amigo/a que te afirmaba el pelo después de un carrete, o de ese que te invitaba a su casa para que no te quedarás botado cuando tenías ventana entre clases, con el que te quedabas conversando por largo tiempo en el patio, al que te daba ánimo cuando querías puro tirar la toalla, al que te guardaba un lugar en la fila del casino o al te invitaba a almorzar con la Junaeb cuando andabas corto de plata. A todos ellos cuando salgas los recordarás y tal vez después ya no sean más tus amigos pero aun así ahora que aún tienes tiempo aprovecha de compartir con ellos aprovecha al máximo.
Recuerda que a veces es mejor pedir perdón que pedir permiso así que como diría la película de la Julia Roberts Come, Reza, Ama. Yo te digo Vive, Toma, Goza y aunque a algunos les parezca una filosofía demasiado inmoral, les digo que no es necesario quedar botado en la calle de curao’ para ser feliz pero si hay algo que hayas querido hacer hace tiempo solo hazlo, deja de pensar ¡Hazlo! Y cuando estés en tu trabajo aburrido porque tu jefe es un imbécil, entonces recordarás con anhelo todas esas veces en las que viviste, pero viviste de verdad en la Universidad. Cuando te quedabas afuera porque el profe tenía una voz que te daba sueño, o te quedabas dormido en la clase, cuando si tenías un problema aunque no te pescaban podías alegar y así hasta el fin de los tiempos…
Así que no desesperes solo VIVE, TOMA, GOZA.
Por María Ignacia Aravena