A pesar de que muchos comentarios populares dicen que "cualquiera puede ser periodista" y que son pocos los que tienen trabajo, doy fe a través de mi experiencia, que si a alguien de verdad le apasiona, puede buscar su propio camino y respecto a "lo fácil de la profesión", el periodismo de investigación es la prueba más clara de que no es así y quienes lo podrán ejercer serán aquellos que sean perseverantes y resistentes psicológicamente.
Un ejemplo claro de esto, es la periodista y escritora María Olivia Monckerberg, quien desde que comenzó a publicar sus investigaciones, que por sobre todo, tienden a poner en jaque alguna influencia importante del país, me motivó a estudiar periodismo y a atreverme a dar un paso algo incierto.
María Olivia Monckerberg en su libro “Los Magnates de la Prensa” relata principalmente sobre su investigación sobre quiénes son realmente los que tienen el poder en la prensa chilena, tanto actual como históricamente.
En sus primeras páginas, ella cuenta y detalla bastante cómo surgieron los medios escritos más potentes hasta la actualidad en nuestro país, El Mercurio y su grupo económico de la familia Edwards y La Tercera con Copesa, enfatizando en su participación en otros negocios y sociedades algo fraudulentas, su vínculo con la política y la ayuda o más bien trueque que realizaban durante los años de dictadura militar.
Según la autora, en Chile después de 1973 “el espacio de los diarios estaba prácticamente copado por dos conglomerados”. Los conglomerados a los que se refiere, son los dos medios mencionados anteriormente, quienes a grandes trancos se comían a los diarios más pequeños.
Tanto el grupo económico de El Mercurio como Copesa, tenían una clara tendencia e inclinación política derechista, que los hizo “amigos”, aliados y protegidos del régimen militar encabezado por Augusto Pinochet, quien, como se evidenciará más adelante en este ensayo, los respaldo siempre e incluso cuando vio que su dictadura terminaba les hizo un gran favor en materia económica en conjunto con sus asesores y el Banco Estado de Chile.
Con esto, y la gran potencia con la que contaban estos medios ya en esos tiempos, las revistas, diarios y pasquines que estaban en contra del Régimen Militar, como lo fueron: Apsi, El Boletín de la Vicaría de la Solidaridad, La Bicicleta y Pluma y Pincel intentaban desmentir y poner en jaque lo que se publicaba en los diarios ya mencionados, que en su mayoría eran notas y reportajes favorables para la dictadura.
Aun así, la lucha era dura y bastante desigual, tanto por los ejemplares que salían a circulación, el financiamiento y la censura que el mismo régimen ejercía en ellos. Claramente, para el gobierno de Pinochet, no era conveniente que estos pequeños diarios salieran a circulación y crecieran, porque eran estos, los que contaban muchas de las realidades que se vivían en el país en aquellos años y relataban las crueldades que ejercían los militares y adherentes al régimen en contra de quienes a viva voz rechazaban estas prácticas y el manejo del país de Augusto Pinochet.
Es así como una extensa y exhaustiva investigación me motivó a dedicar mi vida al periodismo, a pesar de los problemas que eso podría traer en mi vida.
Imagen CC vía Jayel Aheram