¡Afortunados aquellos que estudian cerca de su hogar! sí, todos esos compañeros que pasado el medio día toman una breve micro o, mejor aún, caminan cinco o diez minutos a las casas donde los reciben con cazuelas calientes, charquicanes condimentados por la abuela, postres rellenos de amor de madre. Afortunados todos ellos.
A otros nos toca evaluar las opciones: está el pechador que se turna de casa en casa de todos sus amigos para almorzar, postea en Facebook para que lo inviten a tomar once y se engrupe minas para que lo lleven al mall y le compren un completo. Está el más esforzado que tiene que pagar por lo que dicte la ocasión, la hamburguesa de soya, el queque, la chaparrita, la empanada. Otro más regalón tiene algo en la despensa de su pensión o de su departamento compartido y se cocina, del atún al fideo, del fideo al arroz. Una última clase de universitario tiene la suerte de haber ganado la beca de alimentación. Todos los que formamos el último grupo convivimos día a día en el Casino de la "U".
No creo, ni por un segundo, que todos los casinos universitarios sean iguales, los espacios comunes de cada "u" varían según el presupuesto y la preocupación por el estudiantado que tiene cada casa de estudios. Lo anterior no significa que no posean características comunes, por ejemplo, te aseguro que tu casino es un paraíso comparado a lo que tuvo tu padre o tu hermano mayor, haz el ejercicio y pregunta a los "viejos", ellos no conocieron menú vegetariano, pero sí soportaron filas tremendas para tomar caldos insípidos. Es decir, un primer punto nos lleva al agradecimiento de nuestro casinito, donde al fin y al cabo, quejas mediante, nos alimentamos de lunes a viernes.
Para seguir con lo positivo, tengo el ejemplo de mi amigo Pablo. El tipo es bien huraño y de pocas amistades, pero se dio cuenta que es mucho más agradable para la rutina el compartir tu hora de almuerzo con alguien, ya que posiblemente sean cinco años en que sagradamente -bajo riesgo de perder beneficios- debas ir al casino a "colar". De esta forma nos hicimos amigos, pero eso poco debe importarle a Pablo, lo bueno para él fue cuando nuestros horarios dejaron de coincidir y tuvo que buscar un nuevo partner. Mal humorado pero no tonto comenzó a almorzar con la compañera de intercambio y salieron, después, un par de veces. Estamos lejos de una historia de amor, pero mal no lo pasaron.
Hay muchas quejas que se pueden tener con los casinos de la "u", por ejemplo, en mi universidad, estas concesionarias han hecho lo posible para expulsar al comercio informal, a las tías de las sopaipas, a los rasta de la soya, la fruta picada, el completo. Gracias a los estudiantes nunca han tenido mayor éxito. A veces los almuerzos no son los mejores o la atención no es la más cariñosa, pero quise por ahora ver el lado bueno: no tenemos la cazuela de la vieja, pero los que vamos al casino disfrutamos de un espacio y un momento que otros no, y a veces de allí salen cosas buenas.
¿Y a ti, gusta el casino de la U?
Imagen CC vía arepa182