“Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer: buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias”.
Esa es una de las valiosas reflexiones del periodista polaco Ryszard Kapuściński en su libro de 2002, que recoge su participación en conferencias y entrevistas donde se refiere al papel social de su profesión en el tratamiento de las informaciones sensibles como la guerra o la pobreza.
Kapuściński también hace hincapié en la importancia de adquirir nuevos conocimientos. “La actualización y el estudio constantes son la conditio sine qua non. Nuestro trabajo consiste en investigar y describir el mundo contemporáneo, que está en un cambio continuo, profundo, dinámico y revolucionario”.
Además el escritor reconoce el aporte de las nuevas tecnologías para el periodismo, pero es tajante al afirmar que éstas no reemplazan el trabajo periodístico. “Cualquier descubrimiento o avance técnico pueden, ciertamente, ayudarnos, pero no pueden ocupar el espacio de nuestra labor, de nuestra dedicación al mismo, de nuestro estudio, de nuestra exploración y búsqueda”.
En este tratado sobre el buen periodismo, también podemos apreciar la preocupación del autor por la injerencia de la mentalidad comercial en los medios.
“Hace cuarenta o cincuenta años, un joven periodista podía ir donde su jefe y plantearle sus propios problemas profesionales: cómo escribir, cómo hacer un reportaje en la radio o en la televisión. Y el jefe (…) le hablaba de su experiencia y le daba buenos consejos. Ahora, intente ir donde el señor Turner (…) no podrá darle ningún consejo, porque no tiene la más mínima idea de cómo se realiza nuestro trabajo. Su misión y su regla no son mejorar nuestra profesión, sino únicamente ganar más”.
¿Se imaginan lo que obtendríamos si Kapuściński hubiese hecho un análisis de lo que ocurre en Chile? Salvo excepciones, el resultado sería bastante parecido a lo descrito, ¿no creen? Pero volvamos a la recomendación.
Los cínicos no sirven para este oficio es un excelente baño de ética profesional y un buen ejemplo de los desafíos que conlleva esta profesión dentro y fuera de los medios.
La de Kapuściński fue una actividad periodística marcada por el riesgo, la necesidad de la experiencia directa y de la compenetración. Sobrevivió a veintisiete guerras y revoluciones, supo lo que era el hambre, el destierro y la pobreza. Recorrió países de África, Asia y Latinoamérica, vivió en ellos por más de veinte años para conocer y entender las diversas realidades, “porque una visita de tres días o de una semana no sirve para nada”, decía él.
Fue maestro de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), creada por Gabriel García Márquez y colaboró en medios como The New York Times, El País y Time. Falleció el 23 de enero de 2007 a los 74 años.
Kapuściński tiene una extensa bibliografía totalmente recomendable y partir con Los cínicos no sirven para este oficio, es una buena opción. Les aconsejo hacer una lectura pausada, para no pasar por alto sus innumerables detalles.
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¡Espero que lo disfruten!