¿No te gusta tu jefe? Claramente no estás solo. De acuerdo a una investigación sobre el tema, tres de cada cuatro empleados dicen que tratar con un jefe es lo más estresante de su trabajo. Dos tercios dicen que prefieren cambiar de jefe por sobre un aumento. Según Karin Hurt, autor de Superando a un jefe imperfecto: "El secreto para una relación jefe-empleado saludable es recordar que es sólo eso, una relación. Ustedes son dos seres humanos desordenados haciendo lo mejor que pueden."
Estas relaciones no forman parte de la naturaleza, por lo que su desorden es común. Piensa que compartes y trabajas para una persona que tú no has escogido.
Para tener éxito hay que averiguar cómo lidiar con alguien distinto a ti y comenzar a aplicarlo. Aquí tienes seis formas:
1. No te conviertas en un tonto
Hagas lo que hagas, no te pongas a hablar con tus compañeros de trabajo acerca de lo malo que es tu jefe. Esto no es un juego de chismes. Céntrate en la pega y evita hacer tema de eso. Si necesitas hablar con alguien, elige a gente del departamento Recursos Humanos o directamente con tu jefe. Presta mucha atención a como la tensión te afecta a ti, a tu equipo y a tu familia.
El mal comportamiento es contagioso. Asegúrate de permanecer fiel a tu propia filosofía de trabajo
2. Di algo
Si piensas que tienes un mal jefe, y todos los demás también lo hacen, te reto a que vayas más profundo. Llega a conocerlo. Dile la verdad. Si todo el mundo está frustrado, él lo sabrá. Es probable que, bajo toda esa "maldad", hay simplemente oculto demasiado estrés y el necesita ayuda de su equipo para mejorar la actitud. Pregunta acerca de las presiones que tiene, y cómo ustedes pueden ayudar a mejorarlo. Averigua si en verdad todo es por simple actitud o si hay algo, que incluso tú estés haciendo, que lo afecte.
3. Haz su vida más fácil
Es una ley conocida de la naturaleza: Los malos jefes empeoran bajo el estrés. Haz lo que puedas para evitar su estrés, y así también eliminas el tuyo. Cumple con tu trabajo sin que te lo recuerden. Adelanta cosas si puedes. Comunícate con frecuencia. Tu jefe sabe cuándo hay problemas, ocultárselos sólo empeorará las cosas. Él dormirá mejor sabiendo que tiene gente en la cual confiar.
4. Reduce la dependencia
No es responsabilidad del jefe desarrollar y defender toda tu carrera profesional. Si bien hay líderes que aman colaborar con sus empleados, no todos son así. Si hablamos de deberes, es el tuyo preocuparte de tu carrera. Claro, los líderes ejemplares te ayudan a crecer, pero nunca olvides quién está realmente a cargo.
Si tu jefe no es el tutor que te imaginabas, no tienes que frustrarte. Para la codicia y comienza tú solo a buscar el apoyo que necesitas para seguir mejorando tu carrera. Consigue un mentor. Desarrolla relaciones con los compañeros más fuertes. Trabajar en proyectos especiales que te expongan a otros líderes y sus estilos.
5. Se fiel a ti mismo
Encuentra las formas de mantener los pies en la tierra. El ejercicio, la meditación y la oración son todas buenas opciones. Recuerda que este mal jefe es sólo una persona transitoria en tu vida. Esta temporada va a terminar, pero si comienzas a mutar porque no te gusta un jefe, te quedarás con esa versión de ti mismo toda tu vida ¿Quieres eso? ¿Quieres amargarte para siempre por una mala experiencia?
6. Aprender con el ejemplo (negativo)
Puedes aprender tanto de los malos jefes como de los buenos. Presta mucha atención al impacto que tiene el líder en tu comportamiento y el de tus compañeros de equipo. Lo que no mata te hace más fuerte, dice el eterno cliché. Ten un diario de vida con tu experiencia. Haz la siguiente promesa contigo mismo: "Nunca seré ese tipo de persona".
Recuerda: El liderazgo no es fácil, ni para tu jefe ni para ti. Considera la relación con tu jefe como un laboratorio de aprendizaje. Aprovecha cada interacción para mejorar tu propio liderazgo. Se el tipo de jefe que te gustaría tener.