Estamos próximos al 14 de febrero, el día de los enamorados, y aprovecharemos esta romántica fecha para abordar un tema que puede estar siendo cuestionado por algunas parejas, que no solo se ven en sus ratos libres, sino que también en su empleo ¿Qué tan perjudicial puede ser compartir tu lugar de trabajo con tu pareja?
Es cierto que muchas veces se nos puede hacer muy difícil despedirnos de nuestra media naranja para ir a trabajar, por lo que la idea de compartir el espacio laboral se nos vuelve a veces tentadora. Pero, pensándolo bien, no tiene nada de malo de extrañar un poco, las relaciones se refrescan, aumentan los temas de conversación y lo más importante, es que se disfrutan y valoran más los momentos que pueden pasar juntos.
En la otra vereda, están las parejas que se forman en una empresa o compañía y que ya establecido el vínculo, deben aprender a convivir en ambos lugares sin que ninguno se sienta invadido o ahogado con esta relación que por cómo nació, se torna pública entre los compañeros de labores.
De esta manera, podrían influir en el funcionamiento de la pareja, los rumores que circulen en el círculo laboral. Todos sabrán cuando están molestos.
Para algunos compartir oficina y el hogar con la pareja funciona a la perfección, mientras que para otros se vuelve una rutina monótona que le quita novedad a la relación.
Cuando no hay otra opción, no hay más que aceptar pasar 24/7 con tu pareja y tratar de hacer de la situación, lo más llevadero posible. Marcela Jiménez conoció a quien fuera su marido y también socio hace más de 20 años. En esa época ella vendía ropa y él era transportista. Cuando ella quedó embarazada de su primer hijo, decidieron que para estar más juntos en la crianza del pequeño, instalarían su propia empresa de maderas.
“Al principio –cuando estaban los roles definidos- estaba todo bien, no entendíamos súper y la vida familiar era grata. Pero, con el paso del tiempo, la relación se saturó porque los problemas de la pega los llevábamos a la casa y no dejábamos de discutir”, explicó Marcela, quien después de 10 años trabajando con su marido, decidió terminar con la relación, pero sí continuar con la empresa.
Cinco años después de la ruptura matrimonial, siguieron trabajando juntos, pero las ganas de Marcela por cambiar de rubro los llevaron a separar caminos en el ámbito laboral.
En una vereda totalmente opuesta, está Angélica y su pareja, quienes llevan más de una década compartiendo la casa y el lugar de trabajo y asegura que este modelo funciona a la perfección.
“A veces peleamos como todas las parejas y se nos hace inevitable recordar el trabajo en nuestros momentos libres, pero son situaciones aisladas y para nosotros pesa más lo bueno que lo malo de nuestra forma de vida”, asegura Angélica.
De esta manera, quienes están a favor de compartir todos los ámbitos de la vida, plantean que con amor todo se puede solucionar y que las cosas se pueden separar perfectamente.
Mientras otros postulan que cada uno debe tener su espacio y privacidad, aseguran que así, las peleas disminuyen, se disfrutan más los momentos juntos e incluso el tema de conversación se amplía.
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