Estamos en el colegio, nadie te prepara realmente para lo que será la universidad. Estás cursando tus estudios superiores y nadie te prepara para tu vida laboral ¿Qué queda entonces? ¿Dejarse caer en los laureles y solo esperar? O ¿Atreverse y afrontar la vida “semi” profesional para ganar experiencia y ritmo?
Si bien la educación de pre grado puede ser estresante y absorbente, nunca está de más tener un bonus extra, proyectándose para el momento de conseguir práctica profesional y para cuando uno se inserte de cabeza al mundo laboral. Ese mundo que nos entusiasma y preocupa.
Nada mejor para empezar a agarrar confianza en nuestros conocimientos que una pasantía. Fíjate en la página de tu carrera, en el diario mural, habla con los profesores o el jefe de carrera, puesto que, generalmente, ellos tienen datos sobre empresas que ofrecen pasantías, una ocasión sin presiones y relajada, donde poco a poco podrás ir comprobando lo que has estudiado.
Tras la pasantía te darás cuenta que no es tan difícil, que se siente bien aplicar todo lo adquirido y que nada enseña más que ejecución en terreno de lo que uno estudio. Si te gustó, sigue con otra o busca una oferta de trabajo part time relacionada con tu campo. La pasantía sirve, además, para hacer contactos y comenzar a hacerse un nombre en el ambiente profesional, algo que nunca está de más.
Así cuando llegue el momento de realizar tu práctica profesional no serás debutante en esas lides y ya tendrás un grado de experiencia que marcará diferencia y te hará sentir más cómodo y preparado para enfrentar ese importante desafío.
Aquí será el momento vital de tu vida “semi” profesional, ya que estarás inmerso en un trabajo, de lunes a viernes, con horario de oficina (lo más probable, esto igual depende de tu carrera) y con exigencias mucho más altas que las de la pasantía, pero todo está en ti, debes demostrar lo aprendido y aprovechar cada día, para ir creciendo y desarrollándote como profesional.