Las redes sociales pueden se nuestros mejores aliados cuando necesitamos comunicarnos con el mundo, ya sea para hablar con amigos o familiares, o para difundir alguna información importante. La verdad es que ahora es súper fácil enterarse de las cosas más rápido y, también, publicar cosas más rápido.
El problema de esto es el uso que le damos a estas herramientas de comunicación y contacto, sobre todo cuando tenemos celulares o Tablet que nos permiten publicar desde cualquier lado, a cualquier hora y ¡lo que queramos! Entonces, ¿cómo nos damos cuenta de si lo que estamos subiendo en Facebook es para compartir o simplemente para llamar la atención?
Definitivamente todos hemos cometido algún pecado al minuto de publicar cosas que a nadie más que a nosotros nos importan. Y es que una que otra vez es pasable, pero todos los días aburre. Acá te dejamos un listado que resume parte de aquellas actividades que todos odiamos de nuestros amigos en Facebook:
El lugar en el que estás ¡a cada momento!: Es súper entretenido usar aplicaciones como Foursquare o el mismo Facebook para indicar dónde estás en algún minuto especial. Un concierto, un lugar bonito, otro país, en fin, pero cuando comienzas a publicar tu itinerario diario, la verdad es que molesta y asusta. Que te fuiste de tu casa, que tomaste la micro, que llegaste al trabajo o a la universidad, que de nuevo tomaste la micro y te fuiste a la casa. En serio, chiquillos, es demasiado.
Señor, ¿por qué a mí?: publicar algunos momentos difíciles a veces sirve para hacer catarsis o sentir el apoyo de tus amigos (sobre todo si estás lejos), pero cuando nos ponemos en perfil de teleserie mexicana, culpando a la vida de nuestros problemas, sin dar nombres y, más encima, cuando tus amigos te preguntan qué te pasó respondes “no, nada”, es para eliminarte.
Miren lo que estoy comiendo (todos los días): insisto, todos los excesos son malos, por eso no está mal mostrar un maravilloso plato de comida rica que te hace feliz pero, en serio, no es importante saber qué comes todos los días.
Miren lo que estoy haciendo y lo que voy a hacer (todos los días): cosas como “recién me despierto, me doy una ducha y luego a clases”… ¿realmente es necesario que sepamos que te bañaste hoy?
Si le das me gusta y lo compartes, un pingüino se salvará: en algunas páginas lo mencionan como “salvemos al mundo con un me gusta” y, créanme, no lo vamos a salvar con un “me gusta” o compartiendo una foto de un oso polar en el ártico. Facebook no sirve para eso y no es necesario demostrar el espíritu de buen samaritano por ahí.
Compartir mil imágenes con mensajes sanadores y alentadores. Sí, soy Buda: porque hay quienes que, además de compartir imágenes para salvar al mundo, comparten muchas, pero muchas fotos con mensajes sanadores para el alma… así como si Paulo Coelho fuese su copiloto.
Anoche salí a carretear, entonces hoy tengo caña: chiquillos, si salieron a carretear y lo pasaron súper bien, ¡genial!, pero no se pongan a publicar que al día siguiente amanecieron como el loly, porque eso no demuestra nada.
Amo a mi pololo/a y se lo digo todo el día… por Facebook: mal, muy mal, ¡en serio! Si están tan enamorados, no es necesario que lo publiquen a cada rato en el muro. Existen los mensajes privados, WhatsApp, el celular, en fin, tantas, pero tantas formas de demostrar ese amor maravilloso que tienen. De vez en cuando un piropo, una canción, un mensaje bonito está genial, pero el exceso de amor público no es bueno. No, no.
Si te cae mal alguien, decirlo secretamente en el muro: Tú, si tú, el que hiciste tal o cual cosa, la pagarás… ya ¿Y? ¿Es necesario publicarlo en el muro? Mejor lo aclaramos de frente, o le mandamos un mensaje privado pidiendo explicaciones. Al resto del mundo no le importa.
Bonus track: solicitudes de juegos y los niveles del Candy Crush. Eso no merece ni explicación.
Y tú ¿sabes de otro pecado que no deberíamos publicar en Facebook porque a nadie le importa?
Foto CC vía Flickr.