Todos los carretes dejan algo digno de ser recordado. El alcohol, dulce veneno, nos desinhibe y nos lleva a realizar cosas que sobrios jamás siquiera pensaríamos. Son estas cosas las que quedan en el recuerdo y son la guinda de la torta en esas juntas con amigos que se tornan inolvidables.
Claro está que muchos de los que hemos tenido experiencias bizarras estando ebrios quisiéramos no tener memoria, ya que casi siempre son recuerdos bastante engorrosos. Ojalá que la poda cerebral y la atención selectiva hagan lo suyo y alejen de nuestros cerebros esos momentos.
En la multitud de recuerdos que tengo de esas borracheras épicas, puedo rescatar algunos momentos memorables que –acorde al horario- se pueden contar.
1) Recuerdo que una vez estando muy “feliz”, hice parar a un colectivo y le pregunté: ¿Pasa por calle crucero? – Sí – me contestó el colectivero. Yo lo miré y le dije “Ah, no me sirve. Justo voy por el otro lado”. El colectivero quedó totalmente desconcertado y yo, juraba que había hecho la mejor broma de mi vida. Pobre de mí, totalmente absurdo.
2) Una vez salí a acampar con amigos. Bebimos, bailamos, comimos en demasía. Mi carpa estaba a unos 10 pasos de donde estaba yo o al menos, eso recordaba. Cuando el sol ya se disponía a salir, me digné a ir a dormir. Me levanté y me pareció recorrer un tramo muy largo para llegar a mi cama. ¿Por qué demoré tanto si mi carpa estaba tan cerca? Al otro día mis amigos me dijeron que probablemente se debía a que daba dos pasos hacia adelante y cuatro hacia atrás.
3) En una ventana de esas que parecen eternas en la U, decidí tomar una cosa poca para poder pasar el calor de los primeros días de marzo que en las aulas parece insoportable. Era sólo un trago porque tenía que volver a clases en la tarde, tenía un examen. Pasó la hora y yo no baja el codo. Llegó la hora de volver a la U, entré a la sala y veía borrosa a la profe. Ebrio nivel ÉPICO. Me senté y comencé a dar mi test. Me saqué un 7.0 y la profesora me felicitó porque fue la primera vez que no me equivocaba en nada. Perfecta pronunciación, uso de vocabulario y gramática. ¿Moraleja? Debo beber cuando tenga prueba.
4) En otra oportunidad, fui a casa de unos amigos a compartir, a hidratarme un poco con jugo de cebada. Se me pasó la mano al parecer y me quedé dormido en la taza del baño. Luego de media hora me desperté porque tocaban a la puerta del baño. Pensaron que me había llevado la cañería.
5) Recuerdo también un día que estábamos celebrando en casa, con la familia. Sólo faltaba mi papá quien estaba religiosamente en el trabajo. Ese día bebí todo lo que encontraba a mi paso. Un verdadero terminator de las botellas. Mi papá llegó cuando yo estaba como mono porfiado, me balanceaba para todos lados. Me dijo “¿Y tú?” Y yo, en un ataque de impulsividad, le respondí “Hola weón, qué bueno que llegaste. Ven a compartir, no seas fome CTM”. Mi papá sólo me miró, me tomó de un brazo y me fue a acostar. Luego de eso, sólo recuerdo la caña más fea de toda mi vida.