Cuesta asumir que los años pasan, que la infancia y la adolescencia van quedando atrás como un bello recuerdo y que estamos convertidos en personas grandes, llenos de responsabilidades y deberes. Pero, ¿cómo darse cuenta que hemos cruzado la línea?
Para los “Forever Young” que no quieren asumir la derrota de los años y/o no se han percatado que ya han escalado más arriba, preparamos esta lista con las decisiones y actitudes que te convierten en un adulto.
1) Cambiar la decoración de tu habitación: Un signo claro de que te estás convirtiendo en un adulto es el cambio en la decoración de tu pieza. Adiós poster viejos y arrugados en las puntas por no tener marcos, adiós peluches y cachivaches. Ahora, prefieres las cosas un poco más sobrias.
2) Tomar conciencia de que naciste hace dos décadas: Darse cuenta que tu infancia pasó hace 20 años o más. Duele aceptar que hayan pasado tantos años. Parece que fue ayer cuando estabas el fin de semana mirando Cachureos en la cama.
3) Decir “en mis tiempos no era así” o "esto antes no pasaba": Vas caminando tranquilo por la calle, ves una escena y pensar “recuerdo que ni yo ni mis amigos hacíamos eso a esa edad”. Estás frito compradre/comadre, has crecido.
4) Tener cañas del terror: Esto quizás también te pasaba en la adolescencia, pero al cuerpo le cuesta resistir tantos embates y las cañas se vuelven cada vez peor. O mejor dicho, es más recurrente que despiertes con una caña de aquellas que pareciera que tuvieras un hacha incrustada en la mitad del cerebro y no te la logras sacar en todo el día. A todo esto, qué importante acontecimiento es beber alcohol, casi un deber para asegurar el curso de la humanidad.
5) Recibir tus primeras cuentas o cartas: Ha llegado el doloroso momento de recibir por parte de Chilectra o de tu universidad esas cartas que comienzan con el enunciado “Sr(a) XXXXXX”.... Quién lo diría, ¿no?
6) Asistir al matrimonio de tus amigos: Estar invitado al matricidio de tus amigos es una innegable prueba de que eres un adulto. Es hora de tomar decisiones, contraer compromisos y cambiar el estilo de vida. Si parece ayer cuando jugabas a los tazos o rellenabas álbumes.
7) No tener tiempo: Una de las cosas más preciadas de la juventud es no tener que hacer prácticamente nada. Pasar tus fines de semanas saliendo, mirando películas, etc. Ahora, de adulto, el tiempo es poco y sirve para recobrar energías para comenzar el lunes con una nueva extenuante jornada.
8) Recordar los dibujos animados y series que veías: Es típico buscar canales y toparse con los aburridos y plásticos dibujos animados y series gringas que – según tú – no tienen el mismo brillo que tenía Tom&Jerry, Rugrats, Cachureos, Pokemon, Dígimon, El detective Conan, etc.
9) Decir “Sin plata, no se hace nada”: El alto costo de la vida de un adulto es lo peor, no sabemos muy bien si es porque estamos rodeados o somos nosotros mismos los que desvalorizamos la plata. Es lindo recordar cuando de niño no necesitabas dinero para pasarla bien o cuando hacías maravillas con luca y te alcanzaba para comer, fotocopiar, fumar y tomar. Pero ahora es distinto, sin plata es bien poco lo que se puede hacer. Maldito y sensual dinero.
10) Cambiar tu correo: Pasar de [email protected] a [email protected] es un cambio importante. Tu primera cuenta delata tu proceso infantil que ya está obsoleto y ahora necesitas uno que te otorgue el crédito que amerita tu edad y tu ocupación.
Amigo/a, si alguna de las cosas que aparece en este listado te identifica, debes dejar atrás tu síndrome de Peter Pan y asumir que los años han pasado. Finalmente, la juventud se lleva en el alma.