Tuve ocasión de trabajar en una empresa “Great Place to Work”. Fue una experiencia fantástica. Recuerdo que la característica fundamental de esta organización era el procurarnos a todos un clima “de familia”, acogedor, que favorecía el que nos “sintiéramos parte” de las metas y objetivos de la entidad. Mostraba preocupación por la persona que había en nosotros, más allá del trabajador, considerado usualmente número o herramienta para lograr un propósito.
Desempeñarme allá me marcó. Me costó aceptar que había cumplido un ciclo y emprender el vuelo (para ejercer mi profesión, cosa que ahí no era posible). Aún con eso, en algún momento me planteé seriamente la posibilidad de echar raíces. Creo que es precisamente ese el mérito de las empresas Great Place to Work: fidelizan al trabajador a tal punto que éste ya no siente el empleo como algo distante o ajeno, sino que ¡se involucra! Valora el hecho de sentir la preocupación de sus jefes por su bienestar, su tiempo familiar y porque el trabajo no sea una obligación, sino un agrado. Y responde a eso con lealtad y buen rendimiento.
Los empleados que han sido partícipes de la encuesta “Great Place to Work” destacan como primordial sentirse especiales para la empresa en que trabajan. Esa es la clave de todo y el secreto de las empresas mejor posicionadas en este ranking. El grueso de la muestra señaló que al interior de su entidad recibe beneficios personalizados que otras instituciones no ofrecerían, lo cual les hace sentir únicos. Este punto es aún más importante para ellos que aspectos tan relevantes como el sueldo o los horarios.
Dentro de los beneficios referidos, el que goza de mayor popularidad es el de la conciliación familiar; es decir, tiempo para dedicar a los seres amados. Permitir conjugar adecuadamente las horas destinadas al desarrollo profesional y la familia es un factor de relevancia para fidelizar a los públicos internos. Y cómo no, si en una sociedad en que la productividad – y la disposición a esta a toda hora – son sobrevaloradas, muchas veces se sacrifican los afectos. Esto puede llevar al trabajador a depresiones, problemas sentimentales y una gran sensación de vacío. Por ello, que la empresa se preocupe de su bienestar en éste ítem es una excelente prueba de que para ella su colaborador es único y especial; que comprende sus preocupaciones y contribuye en la solución, factor que le lleva a sentirse comprometido y motivado.
Cada día en nuestro país son más las empresas que se preocupan de generar un clima acogedor en las relaciones internas. (Aún cuando faltan varios pasos en cuanto a conciliación de trabajo y familia). Ellas han comprendido la relevancia y significado de que el colaborador se sienta a gusto: el hecho de que estándolo, todos ganan. Y la sociedad – también cada vez más consciente de ello – recompensa las iniciativas que propenden a dar a las otrora frías cuestiones laborales, un sello más cercano y personal. Como ex trabajadora de una empresa de estas características, doy fe de que la marca que dejan es – lisa y llanamente - ¡indeleble!