Muchas veces se piensa que una vez terminado el proceso de rendición de PSU, postulación a la carrera y matriculándose en una universidad, ya estamos listos. Por el contrario, esto recién comienza, surgiendo nuevas contradicciones que deberás saber enfrentar.
Cuando ingresas a una universidad siempre existirán las posibilidades de que no te guste la carrera a la que entraste. Esto por muchos factores: puede que la carrera no cumpla con las expectativas que tenías, que la universidad no sea lo que esperabas o simplemente te diste cuenta que en realidad prefieres otra profesión para tu vida.
Si te encuentras en primero y sientes que estás pasando por esta situación, no te eches a morir. Lo importante es que tomes una decisión evaluando todas las variables a favor y en contra lo antes posible, para así comenzar un nuevo proceso de admisión tranquilamente.
Es muy importante que cuando elijas retirarte o no, sea única y exclusivamente pensando en ti. Lamentablemente, muchas veces las presiones familiares de obtener el título universitario lo antes posible pesan demasiado en la decisión final del estudiante. Sin embargo, las consecuencias de optar por lo que espera el resto de ti y no lo que deseas realmente para tu futuro, pueden ser aún más trágicas.
Sergio Torres, es estudiante de arquitectura de una universidad del consejo de rectores y nos cuenta que a los dos meses de entrar a estudiar se dio cuenta que la visión de la carrera que él tenía, era muy distinta a la que impartía la universidad. “Todos los ramos que pensé que me podrían gustar, eran sólo un nombre bonito. Al final, lo que reinaba en mi carrera era la formación de un profesional sólo preocupado del dinero y no como un aporte a la sociedad”, nos comentó Sergio.
A pesar de darse cuenta a tiempo, la familia de Sergio tenía todas las expectativas puestas en él, por lo que cuando comentó la posibilidad de retirarse en primer año, no recibió mucho apoyo. “Yo fui el primero de mis hermanos que logré entrar a una universidad estatal. Entonces, cuando les conté lo que me pasaba, ellos no se pusieron muy contentos”. Luego agrega, “al final me quedé para no generarles preocupación, pero fue peor. Pasaron dos años y no soporte estar más tiempo haciendo algo que no me gustaba”.
Finalmente, el no tomar una decisión racional, puede traer consecuencias aún más nefastas. Si Sergio hubiese pensado en él, podría haber ingresado a otra carrera al año siguiente y no esperar dos años estudiando algo que no le gustaba.
No te alarmes si adviertes que no te gusta lo que estás haciendo. Debes armarte de valor y tomar una decisión, porque al final, quien más te conoce eres tú misma. Deja atrás la idea de que perderás un año, ya que siempre se aprende algo nuevo con cada experiencia. Si no das espacio para equivocarte, nunca aprenderás por tus propios medios.
Y tú, ¿has pensado en retirarte de tu carrera?