En mis años de experiencia laboral, me he topado con todo tipo de trabajadores, de todas las personalidades y edades. En esto último es que me he llevado una sorpresa al ver las distintas disposiciones en el trabajo que tienen adultos jóvenes y adultos mayores. En este caso, haré hincapié en los últimos, porque me parece algo muy interesante de tratar y, especialmente, porque me gustaría saber qué opinan ellos de lo que hablaré a continuación.
Muy pocas veces me he topado con adultos que disfruten su trabajo, es más, una de las diferencias principales que he notado, es que los jóvenes se esfuerzan en sus metas por pasión, mientras que los adultos mayores lo hacen por obligación, o mejor dicho, por miedo.
¿Por qué los mayores tienen miedo al despido? A mí parecer, porque estamos en un momento donde las empresas están perdiendo el respeto y la valoración por la experiencia de los mayores, recurriendo a la experiencia joven por distintos motivos: innovación, ahorro o para evitar problemas.
Los negocios de hoy están prescindiendo de sus trabajadores mayores, peor aún, están evitando la contratación de estos por "cuestiones de ahorro" ¿Qué provoca esto? Que las personas mayores se dediquen a cuidar su trabajo por obligación, perdiendo el amor por las labores que durante tantos años hicieron con pasión y ganas.
"El miedo bloquea la creatividad y el talento. Si el trabajo es una mera rutina, el miedo funciona. Si la persona ha rebajado su nivel de exigencia, también funciona. Pero si lo que deseamos es talento y creatividad, el miedo es un mal aliado", dice Pilar Jericó, autora de No miedo: en la empresa y en la vida.
¿Tienen los adultos alguna culpa en esto? No lo sé, pero si me preguntaran qué podrían hacer los mayores para tener más confianza y seguridad en el trabajo, mi respuesta sería una sola: reinventarse. En base a mi experiencia, he notado cómo los empleados más viejos de una empresa tienen la mente y el conocimiento para hacer grandes cosas, sin embargo, no están sacando a la luz esa chispa que les permita reinventarse, reencantarse con el "trabajador joven" que tienen dentro. Deben sacar el niño (o joven) que llevan dentro.
Yo lo he visto con mis propios ojos, la mirada apagada de un trabajador mayor que ya perdió la pasión que durante tantos años llenó sus días de empleo. Es la mirada de una persona que ya no quiere estar donde está, que no encuentra sentido a lo que hace y que está pensando "lo hago por el dinero, lo hago por mi familia". Con esta pérdida de pasión, se pierden las ganas de innovar, de dar ideas, de opinar, de cambiar el mundo.
Porque sí, los trabajadores mayores son una fuente inagotable de experiencias que pueden salvar en más de una ocasión a una empresa, por lo que sólo les falta reiventarse, redescubrirse y volver a pensar por qué aman lo que hacen. Quizás existe un exceso de confianza en la experiencia laboral y en lo que tantos años funcionó de buena manera.
Un trabajador mayor no debe sentirse viejo, esa es la clave. En mi opinión, la retroalimentación acá es clave, nosotros aprendemos (mucho) de los viejos, como ellos perfectamente pueden aprender de la juventud. Porque si hay algo de lo que estoy seguro, es que tanto trabajadores menores como adultos, valen por igual, por lo que son y por lo que hacen.
Ser un adulto mayor no necesariamente te transforma en material desechable y es deber de uno demostrar a las empresas que eres imprescindible ¿Por qué debes dejar que la edad te asuste? Rejuvenece tu pensamiento y muestra a los superiores que ser mayor no es un impedimento para ser un gran trabajador. La idea aquí es sencilla: demostrar porque, desde un primer momento, fuiste contratado.
Espero que logre inspirar a más de algún trabajador mayor que tiene miedo al despido, espero lograr que la pasión nuevamente nazca en ustedes.
Imagen vía: Flickr