La idea fue de Jerome Teelucksingh, doctor que frente al Día del Padre, se preguntó en qué fecha se podría celebrar a los niños, adolescentes y hombres que no son progenitores. Así nació el Día Internacional del Hombre (DIH), conmemorado desde 1999, cada 19 de noviembre.
La celebración que comenzó en Trinidad y Tobago, se fue extendiendo por varios países. Además, coincide con otro evento llamado “Movember”. En este, durante el mes de noviembre, los hombres se dejan crecer el bigote buscando alertar sobre temas de salud masculinos, como el cáncer de próstata, de testículo y la depresión.
La preocupación por los temas de salud, es precisamente uno de los objetivos de este día. Otro importante pilar es “promover modelos masculinos positivos, no sólo las estrellas de cine y deportes, sino hombres de la vida cotidiana, que viven vidas decentes y honestas”.
Sin desmerecer los nobles objetivos de esta fecha, cabe reflexionar acerca de sus potencialidades. Alguien se podría preguntar si es necesario tener un día especial para celebrar a los hombres, si consideramos que aún vivimos en sociedades altamente machistas.
Sin embargo, no podemos olvidar que la desigualdad de género no se puede reducir a mujeres golpeadas y a los pocos cargos públicos ocupados por ellas, entre tantos otros asuntos. Si bien no se pueden igualar ambas situaciones, los hombres también deben cargar con pesados estereotipos: no deben llorar, tienen que ser fuertes, les tiene que gustar el fútbol y deben conquistar mujeres, como si se tratara de un comercial de Axe.
Tal como dice otro de los pilares del DIH, hay que “poner de relieve la discriminación contra los hombres, en las áreas de servicios sociales, las actitudes y expectativas sociales”. Porque son estas actitudes y expectativas sociales, las que nos han hecho creer que hombres y mujeres somos radicalmente diferentes cuando, en el fondo, somos más parecidos de lo que imaginamos.
Ni siquiera lo estrictamente “natural” fija para siempre nuestros roles. Tal como se analiza en un artículo científico de una revista de “El Mundo”: “a través de procesos aún no totalmente comprendidos, la biología no es inmune a los estímulos sociales. De hecho, las propias diferencias entre hombres y mujeres se han ido estrechando a lo largo de la evolución humana, y en las últimas décadas la distancia se ha cerrado aún más”.
Por eso, y apelando a nuestra capacidad de resignificación, conmemorar el DIH podría convertirse en una oportunidad para cuestionar todos los estereotipos de género. Frases tan frecuentes como “todos los hombres son iguales” o “quedan pocos caballeros” son un claro ejemplo de esto. Igual de injusto sería afirmar que todas las mujeres son lloronas y débiles.
Así que ya saben. Este 19 de noviembre no sólo es el día de tomar conciencia acerca del cáncer de próstata. También podemos cuestionar la opresión en torno a modelos de belleza tipo Felipe Camiroaga o Brad Pitt, y es la oportunidad para regalar flores a padres, jefes, hermanos y parejas. Incluso es el día para sacar al hombre que toda mujer lleva dentro. Las alternativas son inagotables.
Porque qué hubiera escrito Mistral, qué habría pintado Frida Kahlo, si no existieran musos como ustedes. Feliz Día Internacional del Hombre.