Desde 2006, con la revolución pingüina, los estudiantes marcaron un hecho histórico, sin precedentes. Este suceso cambió para siempre la visión de las cosas y se reactivó la VOX POPULI que pareció dormido por años luego de una horrorosa dictadura que silenciaba a todo aquel que quisiera levantarse en su contra.
Luego de que los estudiantes decidieran alzar la voz y mostrar la fuerza de la unión en las calles, la consciencia de cientos fue removida e impactada de tal forma que ésta cambió y cambió así también la forma de opinar, de pensar y de sentir frente a los procesos colectivos del país.
Quienes fuimos pingüinos durante aquellos tiempos de revolución, llegamos a la universidad con la idea que se debe luchar por las causas justas, que solo la perseverancia lleva al éxito como ruta infalible y es por esta razón, de que a muchos universitarios si nos interesa cambiar las cosas.
Como en toda postura, también están aquellos que declinan o prefieren mantener indiferencia ante las cosas. Están convencidos que por más que hagan cosas, todo se mantendrá igual. Esta es la raíz de que algunos no estén interesados en votar este 17 de noviembre. Pase lo que pase, seguirá gobernando alguno de los dos grandes bloques de la historia. Votar solo permite que aquel que sea electo, ocupe su puesto más legítimamente.
Para cambiar las cosas, se necesita revolución. No hay otra manera, otra vía. Se necesita una re-evolución del estado actual. No necesariamente una revolución que se configure en las calles, con fuerzas públicas dispersando legítimos manifestantes. Hablamos de la única, real y concreta revolución existente que consiste en pensar. Un pensamiento crítico, inteligente, fundamentado en sólidos argumentos es la única vía para iniciar cambios favorables.
Tal vez pueda llegar a parecer utópico el usar la palabra “cambiar” ¿Tenemos la fuerza suficiente de poder “cambiar” los sistemas? ¿Podemos dar giros trascendentales a la historia? Dependerá de la fuerza de las convicciones. Basta leer la historia, repasar los capítulos de esta y nos daremos cuenta de que personas comunes y corrientes, en sus propios contextos, pudieron cambiar las cosas.
La vida siempre nos da la posibilidad de iniciar grandes procesos, de hacer grandes cambios. Depende de cada uno tomar esas oportunidades e iniciar grandes caminos que comenzarán – claramente – con pequeños pasos.
Y tú ¿Tienes ganas de cambiar las cosas?