Las cosas no siempre saldrán como esperamos y muchas veces pudimos hacerlas mejor. No se trata de ser pesimistas, sino solamente sobrellevar la imperfección y convertirla en un aliado. La vida laboral implica muchos desafíos y un aprendizaje continuo, por lo cual no está mal aceptar que la perfección es algo que nunca alcanzaremos.
No es lo mismo el natural y sano deseo de mejorar continuamente, que ser perfeccionista casi como una obsesión, porque si bien todos queremos dar lo mejor de nosotros en el trabajo, el perfeccionismo no necesariamente nos llevará por un buen camino y podría transformarse en un impedimento para nuestra creatividad y un peso que nos estancará en la vida.
Son muchas las limitantes que impiden alcanzar la perfección y debemos aceptarlas: falta de tiempo, el entorno laboral o incluso las propias capacidades personales y profesionales. Tampoco se trata de no buscar un mejoramiento constante, sino de entender que la imperfección forma parte del camino y es el trabajo por minimizar estas fallas lo que realmente tiene sentido.
Entonces y para no confundirse ¿Cuáles serían las consecuencias negativas del perfeccionismo absoluto? El portal Pymesyautonomos las enumeró:
1. No avanzar: Los planes de negocio siempre tendrán algo que puede ser modificado y los proyectos que nos hayan sido encargados siempre podrán ser optimizados. Por ello, no podemos estar eternamente estancados en estas mejoras, pero sí podemos sentirnos motivados al darnos cuenta que no se puede seguir puliendo una y otra vez, sin que finalicemos las debidas etapas.
2. Frustración: Si nos quedamos detenidos y no avanzamos, terminaremos frustrados. Así nunca nos sentiremos complacidos con lo realizado, porque pensaremos siempre que puede seguir perfeccionándose.
3. Sensación de fracaso continuo: Si nos obsesionamos con la perfección, sentiremos que estamos fallando continuamente y que nunca conseguimos los objetivos propuestos, lo cual nos desanimará para emprender otros nuevos.
Por lo tanto, recuerda que no es lo mismo la autoexigencia que el perfeccionismo llevado al extremo. La autoexigencia es lo que nos permite avanzar y mejorar, pero tampoco podemos permitir que se convierta en un freno. Mejorar y pulir nuestros proyectos, servicios o productos es lo que nos lleva a crecer. La perfección absoluta, además de ser imposible, nos puede jugar una mala pasada por la cual sólo terminaremos derrochando energía y esfuerzo.
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