Cuando desde la relación jerárquica cordial y amable se pasa a un exceso de confianza y hay mucha “buena onda”: el jefe/a pasó a ser tu amigo/a. Esto puede parecer muy bueno, pero debes saber que estás jugando con fuego.
Lo malo de esto es que, cuando existe una relación de amistad con alguien que pertenece a estamentos superiores en el ámbito laboral, pueden surgir conflictos, motivados por esta mezcla y confusión de vínculos.
Algunos plantean que no siempre es bueno ser amigo del jefe o la jefa, pues, según las abuelitas, “donde se come, no se juega”. El centro de la idea es que cuando los roles se mezclan, pueden llegar a confundirse y generar complicaciones en el trabajo, ya que, si se analiza bien, son muy diferentes las relaciones que tenemos con nuestros amigos, de aquellas que establecemos con los mandos superiores del lugar en que nos desempeñamos como profesionales.
De manera concreta, los problemas pueden surgir, por ejemplo, cuando el jefe debe llamar la atención del empleado (que es su amigo). ¿Cómo hacerlo?, ¿se dañará la amistad?, ¿qué prevalecerá? El asunto es que, la mayoría de las veces estas amistades actúan en detrimento del avance de las labores, más que en su beneficio.
Lo ideal sería mantenerse en un estado de frialdad al respecto y lograr separar las cosas. Algo así como: de 9 a 18 horas nuestra relación es laboral, y luego de eso seguimos siendo amigos. Sin embargo, es muy difícil dominar por completo los afectos y planear cómo actuaremos en estos casos, por lo que lo más recomendable, por el bien de todos, es evitar mezclar amistad con relaciones laborales.
Ahora bien, esto no significa que no pueda llevarse a cabo una buena relación con el jefe/a. Y para esto, hay algunos tips que pueden tomarse en cuenta:
1. No quejarse todo el día por cansancio u otros asuntos, pues lo ideal es mantener una imagen de energía y motivación por las labores que se realizan.
2. Si no hay trabajo por hacer, es bueno cooperar en otras cosas o realizar algunas tareas extra, para demostrar interés por lo que se hace.
3. Tener claras las motivaciones y expectativas que existen por el trabajo que se realiza, explicándoselas también al jefe. Es bueno mantenerlo al tanto de lo que se desea, para ser considerado como corresponde en el puesto ocupado.
4. Es bueno entender el estilo del jefe (autoritario o más relajado) y saber actuar de acuerdo a éste, siempre procurando un respeto hacia ambas partes.
5. Ganarse la confianza y el respeto con trabajo y esfuerzo, demostrando capacidades y buenos resultados. No es bueno hablar mal de los demás para parecer mejor que ellos, pues esto sólo genera una atmósfera negativa que puede dañar el desempeño.
6. Tener buena disposición, pero hacerse respetar. No es bueno decir a todo que sí, aunque no nos corresponda hacerlo. Esto podría concluir en abusos. Si se otorga una tarea que no corresponde, es mejor plantear la opinión y fundarla en buenas bases, siempre sumando el respeto a las ideas que se transmitan.
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