Hoy en día son variadas las voces que señalan cierta disconformidad con la sociedad que se viene construyendo de un tiempo a esta parte. Si bien antes existía una apatía por gran parte de la juventud ante las necesidades y los problemas existentes, hoy en día aparecen críticas de varios sectores de nuestra sociedad. La educación, los créditos, el Transantiago, las Afp y las Isapres son solo algunos de las falencias que son objetos de críticas.
La crisis de la educación parece ser la temática más abordada por todos los sectores de la sociedad. Las movilizaciones de los estudiantes secundarios y universitarios han puesto en el debate nacional los problemas y las deficiencias de nuestro sistema educativo. La privatización, el lucro desenfrenado de sostenedores de entidades destinadas a educar y la municipalización de los colegios son solo algunas de las críticas que apuntan a la educación que se implantó en dictadura y se continuó administrando en estos 23 años de gobiernos ‘democráticos’.
Además, los créditos para estudiar en la educación superior muchas veces tienen relación con entidades bancarias, con los altos costos de intereses que esto significa. Tuvieron que ser los estudiantes, quienes presionaron con las movilizaciones, los que obligaron a bajar los intereses del Crédito con Aval del Estado, de un 6 % a un 2 %.
Por otra parte, la crisis de la salud queda demostrada con la atención en los servicios de asistencia pública. Las filas interminables para captar un número de atención en los consultorios, y las largas horas de espera en los servicios de urgencia dan cuenta de un servicio que atenta contra los derechos fundamentales de quienes menos tienen. Esto sin tomar en cuenta el robo descarado de las Isapres, del cual se han realizado varios reportajes en televisión.
El sistema de Afp demoró 30 años para que comenzaran a existir críticas desde varios sectores de la sociedad. El 70 % de los pensionados obtiene una pensión de 150 mil pesos. Esto representa una burla para los y las cotizantes, luego de años de trabajo y esfuerzo. Este sistema va en beneficio de un pequeño número de empresas que transan en la bolsa de comercio, y en la especulación, el dinero de millones de trabajadores y trabajadoras.
El Transantiago (que en honor a la verdad ha mejorado) no ha dado el ancho con la demanda de transporte que una ciudad como Santiago exige. Recordemos que este sistema se presentó como una verdadera ‘revolución’ en transporte, pero la verdad es que el hacinamiento, la falta de buses, la irregular frecuencia, y el alto precio del servicio hacen que el Transantiago queda absolutamente en deuda.
Y tú, ¿en qué piensas que nos están cagando?