El deseo de tener un negocio propio muchas veces cae en el fracaso. Son muchos los motivos, pero debemos estar preparados para saber que existe la posibilidad de que nuestra idea no prospere.
Una de las virtudes de los emprendedores es la persistencia y constancia a la hora de iniciar un proyecto. Pero esto tiene límites, y sin lugar a dudas, un buen empresario debe saber cuando debe desistir, y dejar de lado una idea. Debe tener la capacidad de decir ‘basta’.
En primer lugar se recomienda reflexionar, con una mano en el corazón, si de verdad estamos continuando con el proyecto por convicción o no. Si todavía tenemos las ganas de invertir tiempo y dinero en algo que pueda estar dando señales inequívocas de fracaso.
Luego, se debe analizar la situación con una fecha límite que sirva de referencia. Para esto se debe hacer una especie de programa con el proyecto y sus objetivos al corto, mediano y largo plazo. Esto puede permitir tener una evidencia más palpable del avance o estancamiento que pueda tener tu empresa. Todo esto dependerá de las características del negocio en cuestión.
Por otra parte, conversar con amigos y gente relacionada directa o indirectamente con el tema, puede darte una segunda opinión que te ayude a tomar la mejor decisión. Muchas veces uno se enceguece con una idea, y una ayuda desde afuera puede permitir otorgar más claridad.
Otra cuestión que puede ser de gran ayuda es ‘leer’ muy bien cuál es la reacción de tus clientes. La idea de esto es saber porqué tu público objetivo no ‘prendió’ con tu idea. Un buen emprendedor debe conocer y saber qué es lo que piensa tu público objetivo.
Debes considerar el fracaso como una oportunidad de innovar. Esto puede permitir que te reinventes y puedas redireccionar tu propio proyecto. El fracaso puede deberse a muchos factores, tales como los errores propios, cambios en ciertas condiciones del mercado. Y situaciones imponderables de preveer. Lo importantes es saber sobreponerse, y saber cambiar en otro tipo de emprendimiento.