Sin lugar a dudas, vivimos en una sociedad donde desde pequeños nos dejan muy claras cuales son las etapas de la vida: vamos al colegio, después a la universidad, entramos a trabajar, nos casamos, tenemos hijos y así, un largo etcétera. Pero los jóvenes hemos dado pasos para generar ciertos cambios en estas concepciones que parecen arcaicas y cerradas, y que le quitan emoción al día a día.
El punto es que todos los extremos son malos. Sí, todos. Y pasar de la euforia de querer a hacerlo todo ordenadito al estancamiento del querer hacer nada, no es bueno. Es así como surge una nueva generación que alberga a jóvenes de todo el mundo: los Nini.
Ni trabajan ni estudian. O sea, no son ni chicha ni limoná. Acá nos referimos a un sector de la sociedad que, ya sea por cuenta propia o por circunstancias de la vida, se dedican a hacer nada. Y no es que “después de hacer todo, hacen nada”, sino que hacen nada de una.
Algunos estudios señalan que afecta principalmente a chicos de clase media que no tienen claro lo que quieren o se sienten defraudados de la vida a la que pueden aspirar, es decir, creen que no sacan nada con esforzarse estudiando porque no lograrán tener un trabajo adecuado que le de las lucas necesarias para vivir como quieren. Así que mejor me quedo con los papás hasta cuando pueda, o busco una forma más fácil de mantenerme.
Da la casualidad de que en Chile tenemos al chico Nini por excelencia (una especie de niño símbolo del movimiento): Arturo Longton. Tiene más de 30 años, es hijo de políticos con una buena situación económica y sus principales actividades son participar de realitys (le dicen “la leyenda de los realitys shows”) y jugar póker. Mucha plata en poco rato, sin horarios de trabajo, estudios de por medio o madrugadas.
Y está todo perfecto si eligió ese camino, pero este fenómeno de no trabajar ni estudiar conlleva detalles más profundos asociados a una falta de interés general por avanzar, a una falta de apoyo y guía que nubla el futuro, que hace que estos jóvenes piensen que no habrá forma de conseguir lo que quieren, así que mejor ni esforzarse y engrosar, así, el porcentaje de desocupados del país.
Es cierto que la vida no es fácil, pero no hay nada más reconfortante que poder crecer, poder avanzar haciendo alguna actividad que nos guste y nos permita vivir mejor. No sólo económicamente hablando que, no podemos negar es importantísimo, si no que desarrollarnos como personas y profesionales independientes, saber que contamos con nuestros saberes y con nuestras manos para armar nuestro futuro como queramos.
La vida sin sueños no es vida. Y es probable que durante la época universitaria o cuando nos titulemos tengamos crisis en las que queramos hacer nada, o nos cuestionemos por qué estamos tan ligados a las reglas que nos impone la sociedad, pero lo que importa es hacer lo que nos gusta ¡pero realmente hacerlo! Tenemos toda la vida para intentarlo, equivocarnos y volverlo a intentar cuantas veces sea necesario.
Y tú ¿conoces a algún joven Nini? ¿Qué te parece esta generación?
Foto vía Facebook