El emprendimiento, en sus distintos niveles y potencialidades, es una actividad que requiere dedicación en tiempo y esfuerzo y que, idealmente, debe llevarse a cabo de forma presencial, considerando que se trata de un proyecto personal o grupal. Sin embargo, el hacerse cargo o entregar a otro la responsabilidad, es decisión de cada uno.
Es importante comprender que, al inicio del emprendimiento, será ineludible el estar presentes, pues se trabajará en los lineamientos iniciales (idea de negocio, plan de negocio, estudio de mercado, análisis financiero, etc.) y luego en llevarlo a cabo (visitar posibles locales y evaluar al personal). De estos elementos dependerá el tiempo que el proyecto necesite de nuestra presencia.
Además, de acuerdo a la tipología y los objetivos, el emprendimiento puede adecuarse a los horarios del trabajo formal que se posea: momento en el que generalmente se vuelve necesario contratar a una cara visible o algún asistente, para velar por el buen funcionamiento.
De acuerdo a lo anterior, se identifica flexibilidad en los emprendimientos y se comprende que el tiempo y dedicación que requieran, así como la forma en que esto se aplique a ellos, dependerá de su clase, magnitud y objetivos. Hay algunos que con una correcta dirección, sumada al apoyo de un buen encargado, salen adelante sin problema. Sin embargo, otros más especializados y de mayor complejidad, necesitarán que su guía principal esté ahí, siempre disponible.
La creación de un proyecto laboral siempre se basa en la idea de, con el tiempo, generar retornos prácticos y convenientes, y aunque muchas veces estos planes no se cumplen y las ganancias no alcanzan las expectativas iniciales, éste es un riesgo que debe asumirse si se pretende cierta independencia (sin lamentarse porque cuando se tenía un trabajo común y corriente, sin embargo bueno y de manera conforme, este peligro no existía).
Un puesto estable generalmente trae calma y seguridad consigo. Por esto, siempre es una aventura emprender en alguna nueva idea, con miedos e incertidumbres, pero es un desafío que muchos aceptan, con la ambición de manejar su propia plataforma y ocuparse del sustento económico de manera diferente. Aún así, es entendible que, quienes no se sienten listos o arriesgan mucho, no siempre se atrevan.
Ahora bien, si por sus pensamientos ha rondado alguna idea acerca de mayor libertad, independencia y emprendimiento, es necesario pensar a largo plazo. Si existe buena planificación, ejecución y proyección, nada debería salir mal. Entonces, sólo de manera personal, luego de averiguaciones y una profunda meditación, debe decidirse si se asumirá este esfuerzo personal, cambio de rumbo y correr el riesgo.
Asimismo, es recomendable un ahorro previo, en caso de que los primeros meses no sean rentables, para tener a qué recurrir como sustento económico. ¿Cómo?, si se planea el emprendimiento, es ideal reducir otros gastos y generar este fondo de emergencias. Uno de los fantasmas de los emprendedores es quedar sin dinero para la mantención de sus hogares, pero si se establecen ciertas reglas personales y se logra un ahorro, es muy posible salir adelante.
Debe entenderse la posibilidad de mezclar cualquier empleo u otra actividad con un emprendimiento, siempre y cuando se sepa lo que se está haciendo. Además, la calidad del trabajo, ya sea personal o grupal, determinará de forma directa el éxito o fracaso del proyecto. Entonces, la importancia de una buena planificación y preparación previa son fundamentales, además de la valentía y ganas de cambiar, para abordar nuevas formas de trabajo y, tal vez, encontrar la ocupación soñada, sin necesidad de abandonar el empleo formal.