Mario Waissbluth, fundador de Educación 2020, publicó en la página web de dicha organización un diagnóstico sobre la violencia y el sectarismo que existe en nuestro sistema educacional. Recordemos que esta ONG se fundó en el marco de las movilizaciones de los estudiantes secundarios y universitarios de 2008, y se encuentra ligada a altos personeros de la Concertación.
El ingeniero químico señaló que es “repelente que en Chile cada hombre, mujer y niño del 1% más rico de la población, computando ganancias de capital, tenga un ingreso per cápita de $700 mil pesos diarios (sí, dije diarios, no mensuales) y que traten a los niños descarriados del 50% más pobre como delincuentes y anarquistas que hay que meter a la cárcel. Ni siquiera entienden ni hacen la conexión entre el país que han creado y lo que está ocurriendo”.
Agrega que las manifestaciones de violencia en las protestas es “inducida por rabia acumulada”. En los diversos medios de comunicación se criminaliza, y se tiende a tratar de delincuentes a los encapuchados y a quienes destruyen todo a su paso en cada manifestación.
La verdad es que parece ser el camino más fácil. Pero pocas veces se escuchan o leen análisis acerca de las razones que derivan en estas conductas. Ahora que estamos en año de elecciones, es usual que un candidato o candidata hable de terminar con las desigualdades o de acabar con la delincuencia, pero son pocos (o casi ninguno) los que se atreven a señalar que estos son fenómenos que se producen porque el sistema está mal hecho, o más bien porque son producto de la desigualdad, de años acumulados de frustraciones, o sencillamente son síntomas de que la educación en Chile no anda bien.
Waissbluth agrega un dato interesante. Según un estudio de la UNICEF de 2012, “el 71% de los niños y niñas recibe algún tipo de violencia de parte de su madre y/o padre; un 51.5 % sufre algún tipo de violencia física; el 25.9% de los niños y niñas sufre violencia física grave”. Ante esta realidad, me imagino que se podrá entender el fenómeno de la violencia juvenil, la delincuencia y todo lo que ocurre en las marchas y movilizaciones de todos estos años. La violencia, al parecer, crea más violencia.
En Chile se han ido creando verdaderos barrios apartados del progreso y de todo bienestar, que son la expresión más dura de la inequidad y la formación de frustraciones y el resentimiento social. La violencia intrafamiliar y social, la escasez material para satisfacer necesidades, el sobreendeudamiento debido al negocio del crédito, son apenas algunos de los factores que tienden a ‘formar’ a personas que ven en la violencia algo cotidiano y normal.
Waissbluth señala que quien gobierne desde marzo de 2014, se verá en la obligación de atender a los movimientos sociales y de responder a las necesidades de una ciudadanía y un pueblo que está inmerso en una olla a presión que está dando señales de explotar.
Y para ti, ¿cuál es el origen de la violencia?