El idioma español es el tercero a nivel mundial en cantidad de hablantes y a la vez uno de los que tiene más dialectos, modismos o derivaciones del original. Sin embargo, diversos investigadores han señalado la tendencia a utilizar cada vez menos palabras del lenguaje, como un síntoma del mal-hablar.
El psiquiatra Otto Dörr desató la polémica hace algunos años, al señalar que el hablar de los chilenos estaba en decadencia, ya que "los jóvenes sólo estaban utilizando 400 palabras” en promedio, según un estudio de la Academia de Medicina. Esto, desde el punto de vista académico-culto sería un grave problema que denota la decadencia del lenguaje y, por lo tanto, de los pueblos.
Al poco tiempo, el lingüista Ricardo Martínez le salió paso diciendo, en primer lugar que 400 palabras era muy poco, porque incuso un reggaeton tenía más; en segundo lugar, que era imposible determinar cuántas palabras se habla en promedio y en tercer lugar que esa idea de que se pierde el lenguaje, era una idea conservadora, que le otorga al lenguaje propiedades más allá de lo que realmente es.
Existe consenso entre los estudiosos de la lengua española (incluso del inglés o francés) en que ésta no puede encasillarse, sino que es algo mutable, que evoluciona y cambia. La mayoría de los estudios sostienen que un ciudadano medio no utiliza más allá de 1.000 palabras y sólo los muy cultos alcanzan los 5.000 vocablos. Es más, algunos jóvenes hasta 240 palabras.
“Los estudios de adquisición lingüística calculan que toda persona aprende 10 palabras diarias desde los 4 hasta los 18 años”, señala Martínez respecto a la polémica con Dörr, para echar por la borda sus postulados.
Sin embargo, hay algunas ideas claves a la hora de entender la utilización del lenguaje: el contexto y la relación con otras lenguas. El contexto tiene que ver con el lugar dónde se utiliza, porque no hablamos solos, ni le hablamos al vacío.
Por ejemplo, el entrenador de la selección nacional de fútbol de Inglaterra, el italiano Fabio Capello, aseguró que para manejar a su equipo necesitaba apenas cien palabras, lo que desató la polémica, porque algunos dicen que eso es menos de lo que permite desenvolverse en contextos normales. Sin embargo, efectivamente le bastaban para hablar sobre fútbol, en una cancha de fútbol.
Otro factor del contexto, relacionado con esto, tiene que ver con los tipos de habla, ya sea culta, coloquial, informal o formal. Todo depende del lugar donde nos desenvolvamos: no es lo mismo estar en un happy hour con los amigos, que en una reunión con inversionistas, ya que el tipo de lenguaje empleado y el tono de la conversación dependerán de estas situaciones y hacen variar la cantidad y calidad de vocablos utilizados.
Un tercer factor, tiene que ver con las relaciones dinámicas que se dan entre los diferentes lenguajes, ya que nuestra forma de hablar va recibiendo aportes de anglicismos, palabras relacionadas con las nuevas tecnologías y "clones" de términos extranjeros que se van incorporando poco a poco a nuestras formas de hablar cotidianas. No obstante, los especialistas recomiendan utilizar esta palabras con mesura, ya que los neologismos, como son llamadas las nuevas palabras incorporadas al idioma, “suelen llenar vacios de nuestra lengua siempre y cuando no se usen con afán de prestigio mal entendido, ignorancia o incapacidad de dar con la palabra adecuada o ganar expresividad.