Nuestra particular forma de hablar “a la chilena” va cambiando constantemente en la actualidad, impulsada fuertemente por el acceso a la tecnología. Si en los 60, lo “cachilupi” podía mantenerse como forma de hablar coloquial por dos décadas, hoy en día, en menos de 10 años vemos pasar un desfile de modismos y expresiones que cambian nace, son adoptadas y mutan rápidamente: desde el “pulento”, pasamos por el “bakán” a “la zorra” en una década.
Los sociólogos, lingüistas e investigadores tienen harto material para lograr comprender las dinámicas del habla coloquial de los chilenos y de la juventud en particular. Ya no sólo se trata del COA o jerga delictual con que se asociaba el uso de palabras “extrañas” hace un tiempo, sino que hoy en día, el uso de palabras o modismos es transversal a las clases sociales.
La masividad de los medios de comunicación virtuales y el acceso casi ilimitado a información van nutriendo de elementos lingüisticos a los jóvenes y refrescando constantemente su utilización en diversos contextos. El profesor Banderas estaría horrorizado con el escaso uso del lenguaje culto y conocimiento del castellano de la juventud chilena.
En parte es cierto, pero también podemos ver la parte positiva que sería la capacidad creativa para dar nuevos usos al lenguaje, nuevas palabras y nuevas expresiones en diversos contextos. Esto es lo que explican los investigadores, que atribuyen un rol importante a la tecnología en este proceso, ya que “antes el lenguaje y traspaso de palabras era sólo oral, pero hoy las nuevas tecnologías mezclan nuevas frases y abreviaciones que desvirtúan las originales”
El gran problema es que esta constante metamorfosis del lenguaje es fútil y deja pocas huellas, ya que surgen y desaparecen muy rápido. Los investigadores lo engloban en la idea del cambio cultural mediado por el acceso a las tecnologías, pero tal vez no están comprendiendo la riqueza de interpretaciones del mundo que esconden estas nuevas palabras. De seguro es porque “les falta calle” y todavía no se “pegan la escurría”.
¿Cuál es la última palabra que incorporaste a tu lenguaje?