En el sistema actual, donde tus capacidades profesionales se miden sólo con un cartón, tomar la decisión de hacer algo totalmente distinto a lo establecido, es muy complicado. Sin embargo, no son pocos los que a pesar de tener todo en contra optan por hacer lo que realmente quieren. Pero ¿Cómo se puede lograr?
El malabarismo y la vida de circo son una de estas actividades. A pesar de que muchos jóvenes toman esta opción como un hobby, para quienes hacen de esto su trabajo y un estilo de vida no es fácil.
Cuando se toma la opción de direccionar la vida a una profesión fuera de lo común hay una serie de costos que se deben asumir. Existe un momento en que te encuentras en el limbo de las decisiones.
Por una parte, puedes seguir el rumbo de la gran mayoría, donde sabes que podrás conseguir un trabajo seguro y estable, sin mencionar los buenos comentarios que provocarás en la gente, quienes verán en ti, una persona realizada. Sin embargo, sabes que eso no te haría feliz en lo absoluto y que por lo demás generaría más frustraciones que felicidades, ya que por culpa de eso, dejaste lo que tanto querías.
Y por otro lado, tienes lo que realmente te llena el corazón. Además estás muy convencida de poder ser muy bueno si te esfuerzas. Pero en esta opción no existe el margen de error. Si la tomas, debes asumirla con todos sus costos y sacrificios.
Finalmente, ¿qué decisión tomas?
Omaira Araya (22) es malabarista desde hace cuatro años y cuenta que no fue fácil asumir la responsabilidad de decidir algo tan importante. Ella optó por una opción que, según nos dice, muchos siguen. “Como nadie me puede asegurar que voy a poder seguir siendo malabarista durante toda mi vida, ingresé a la universidad a estudiar algo que me pudiera aportar y no restar al malabarismo”. “Obviamente también existe la presión de tus papás quienes sólo se sienten seguros cuando optas por la universidad y en parte mi decisión fue también por ellos”.
De esta forma, Omaira se encuentra estudiando diseño escénico con lo que ha podido ampliar sus conocimientos para presentaciones y eventos que tiene a menudo, junto a su compañía Pániko Escéniko. Además esta carrera le ha permitido crear un pequeño negocio de vestuario destinado al artista circense.
Sin embargo, cuenta que no es nada fácil tener que ir a la universidad, luego a entrenar y para finalizar el día pasar varias horas estudiando o haciendo trabajos para el día siguiente. A pesar de que cuesta imaginarlo, el trabajo físico de un malabarista llega al nivel de un deportista profesional.
A pesar de todo, dice no arrepentirse, ya que en el fondo, más que la carrera que cursa, lo que realmente le entrega satisfacción es el circo. “Si no fuera porque esta sociedad no valora como se debiese a los artistas callejeros, mi decisión hubiese sido otra”.
Cabe preguntarse si se puede vivir dedicando la vida al malabarismo. Y es que cuenta imaginar que sin un sueldo fijo sea posible poder ordenarse económicamente. Pero, como es evidente, lo más importante es ser ordenado y muy responsable. “Si no eres responsable con tu cuerpo, que es tu fuente de trabajo, no sientes esto como parte de tu vida”. En la medida que valoras esto como una profesión, vas a tener menos problemas económicos. “Debes levantarte temprano, entrenar mucho y nunca creer que terminaste de aprender”.
Además de esto, uno de los mayores problemas que enfrentan los malabaristas, es el que afecta a todo el mundo callejero. No tienen un lugar establecido para estar, no tienen contrato y por ende no tienen previsión. Esto demuestra que hace falta una serie de medidas que respalden a los artistas del país. De esta manera también se lograría educar a la gente eliminando los prejuicios sobre quienes prefieren dedicarse a cosas fuera de o común.