A pesar de que desde el primer “chute” femenino ya han pasado varias décadas, el fútbol de mujeres aún no logra posicionarse con fuerza en la sociedad. Si bien, esto responde a las características de su origen, es sumamente necesario dejar atrás esos antiguos prejuicios sobre el desempeño de la mujer en un deporte de “hombres”.
La primera expresión de fútbol femenino nace en 1894 en Inglaterra en manos de una activista de los derechos de la mujer, quien estaba convencida que esto era una forma clara de mostrar la emancipación del género, la que se encontraba excluida en muchos aspectos.
Todo esto fue condicionando su poca presencia no sólo en el fútbol, sino que en todos los deportes en general. Al pasar los años, la situación no mejoró para nada. Sumado a esto, las instituciones deportivas poco y nada han hecho para fomentar el desarrollo de este hermoso deporte, poniendo obstáculos a diestra y siniestra.
Es así como desde un principio, a pesar de la gran popularidad que había alcanzado el fútbol femenino durante el desarrollo de la Primera Guerra Mundial, la Federación Inglesa de Fútbol (FA) no lo reconoció oficialmente. Recién en la década del ’70 se marca un antes y un después cuando La Unión de Asociaciones de Fútbol Europeas (UEFA) encarga fomentar el fútbol femenino.
Es así como su historia da respuesta al escaso desarrollo que hasta hoy se puede ver. Si bien los esfuerzos son aún mayores, todavía hace falta un real compromiso desde las instituciones del deporte para promover a las mujeres desde muy temprana edad su interés en esta disciplina.
Ahora bien, existe un problema aún mayor que se arrastra desde siglos y es la predeterminada idea de que las mujeres son malas para todo tipo de deportes y considerando lo popular que es el fútbol entre los hombres, esta simplista idea toma aún más fuerza.
No se trata de decir que el rendimiento de mujeres y hombres es igual, no hay que ser experto para darse cuenta que las capacidades físicas de cada uno son distintas, pero hay que entender que estas capacidades se han ido condicionando a lo largo de la historia, donde nunca se les entregó las mismas tareas a los dos, por lo que sus cuerpos se fueron desarrollando de forma diferente.
Por esta razón, es que es muy importante dejar de comparar el fútbol femenino con el masculino. No existen mejores y peores. A pesar de llevar el mismo nombre, sus naturalezas histórico-culturales han establecido ciertos matices únicos de cada género. Matices que, incluso, se pueden encontrar perfectamente al comparar ligas masculinas europeas con latinoamericanas.
Es así, como por ejemplo, muchos piensan que el fútbol femenino tiene un mejor cumplimiento, por la poca cantidad de tarjetas amarillas o la casi nula pérdida de tiempo jugado durante los partidos. Como también muchos defienden el romanticismo que se vive en los partidos masculinos.
A pesar de todo, hoy en día en Europa existe un desarrollo muy fuerte del fútbol femenino, muy por el contrario de lo que se vive en Latinoamérica, donde aún no se muestra un interés real por fomentarlo. Sin embargo, en los últimos años se ha podido percibir una especie de avance en cuanto a la promoción de este deporte en mujeres.
De esta manera, el año 2000, por ejemplo, Perú organizó el primer Campeonato Internacional de Clubes. Por otro lado, el año 2008 la FIFA designó a Chile como sede para la Copa Mundial Femenina de Fútbol Sub-20, lo que demostró el creciente interés que están mostrando los países del continente. Además, esta asignación obligó a Chile a invertir en la reconstrucción de cuatro estadios ubicados en Coquimbo, La Florida, Chillán y Temuco. Y, a pesar del mal desempeño del equipo chileno, lo importante es que se siga entregando el apoyo, ya que sólo de esta forma se podrá asegurar un desarrollo pleno del fútbol femenino. Así también, ese mismo año se fundó la Primera División de Fútbol femenino de Chile, compuesto por 15 equipos.
En Chile, además se ha comenzado a realizar el Campeonato Nacional de Fútbol Femenino, donde de esta forma se le entrega un respaldo institucional importante. Este tipo de procesos son los que se tienen que ir acelerando y no esperar presiones internacionales o excusas para comenzar a invertir. Las ganas existen y las mujeres son buenas para el fútbol, de eso no hay duda. No son mejores ni peores que los hombres, sólo es un fútbol distinto.
Y a ti ¿te gusta el fútbol?
El fútbol también es para mujeres
Publicado
por
Beatriz Uribe