Cuando entré a la Universidad lo que venía incluido en la credencial de la institución era una cuenta bancaria. La puerta de entrada al consumismo y al sistema capitalista para el que en entonces comenzaba a formarme.
Luego vinieron las necesidades propias del universitario: pase escolar, fotocopias, y carretes, y con ello la mala práctica de no saber administrar los recursos que mis padres auspiciaron para solventar mis gastos.
Entonces aparecieron escondidas en los libros las tan preciadas y salvadoras tarjetas de crédito. Primero las utilizaba para necesidades básicas como alimentación y vestuario. Después cuando salía a carretear a alguna disco no faltaba la oportunidad para invitar a alguien en la barra. Luego vinieron las vacaciones y a mitad de ellas quedé sin dinero y no encontré nada mejor que comprar en dólares.
Ahí la deuda se me fue de las manos y desesperé porque empecé a pagar intereses y la deuda no bajaba. Lo peor de todo es que estaba en mis dos últimos años de Universidad por lo que no me quedaba mucho tiempo para trabajar y paliar la deuda.
Este fenómeno es conocido como Monopoly y es más común de lo que se piensa. Según las cifras del Instituto Nacional de la Juventud, un 30% de los jóvenes chilenos, entre 15 y 29 años, confiesa tener algún tipo de deuda en el sistema, muchas de ellas impagas. Si nos vamos al segmento recién titulado o profesional, es decir de 25 a 29 años, la cifra se eleva a un 50%.
Esto puede deberse a que las instituciones financieras o de retail entregan sus tarjetas a jóvenes que no pueden asumir tal responsabilidad si no generan ningún tipo de recurso. Y también de los padres que proporcionan a sus hijos las famosas tarjetas adicionales, que uno no usa para emergencias, sino más bien para enriquecer sus caprichos personales.
Es fácil encontrar culpables a la hora de las responsabilidades, y ¿la solución? Si ya estás endeudado lo primero que debieras hacer es romper todas tus tarjetas de crédito y así no acrecentar el monto. Lo siguiente es ahorrar y dejar de gastar en superficialidades y lujos.
Por último debes buscar trabajo y así poder pagar la famosa deuda. Si eres estudiante te recomiendo laburar de garzón, empaque y otros, que te permiten compatibilizar estudios y trabajo. Y si eres profesional podrías comenzar haciéndote un perfil en Linkedin y a enviar currículos donde haya vacantes.
No todo está perdido, pero no dejes que esa deuda siga creciendo y evita volver a caer en la tentación de las tarjetas de crédito.