Mientras estamos estudiando en la Universidad, siempre pensamos a qué sector de nuestra profesión queremos dedicarnos, dónde queremos trabajar y para qué somos buenos. Sin embargo, cuando empezamos a hacer la práctica cambia un poco la visión del trabajo y, más aún cuando egresamos y nos titulamos.
Al salir de la Universidad, obligatoriamente nos tenemos que enfrentar al mercado laboral. Esa agradable zona de confort donde nuestra única responsabilidad era estudiar, lo pasábamos bien, veíamos a nuestros compañeros y amigos todos los días y el camino estaba cuidadosamente trazado, se termina tarde o temprano. Ahora nadie sabe lo que va a pasar y es tu responsabilidad. Es por eso, que muchos quisiéramos volver a la Universidad.
Una vez que empezamos a trabajar, hay que levantarse temprano todos los días sin excusa y no podemos faltar porque consideramos que no hay nada relevante y tomarnos la tarde libre para ir al cine. La mayoría de los chilenos trabaja 45 horas semanales, es decir, nueve horas al día, cinco días a la semana. Llegan muy cansados a la casa a realizar labores domésticas o sólo dormir, y el tiempo para el ocio se reduce de manera considerable.
Además, hay que cambiar las zapatillas y los jeans, por el terno o los zapatos con taco y pagar pasaje completo porque el pase escolar ya no funciona. Si vives con tus papás hay que cooperar en la casa y, si vives solo, hay que pagar cuentas, hacer las compras del supermercado y administrar tu sueldo de manera eficiente. Incluso cambia el carrete, donde las chelas en los pastos de la Universidad se cambian por un happy hour con tus compañeros de oficina.
Así lo explica Eduardo Castro (25) “la Universidad tiene ritmos distintos a los del trabajo, uno está constantemente rodeándose de personas nuevas, de conocimientos nuevos y bajo un régimen mucho más flexible y menos rutinario. En cambio, una vez trabajando, ya entras de lleno a hacerte cargo de tu subsistencia económica, lo que limita tus posibilidades. Los horarios son muy exigentes y escasamente dejan tiempo para otra cosa”.
Algunos aseguran que es el “Síndrome de Peter Pan” el que hace que los jóvenes no quieran dejar de ser niños y asumir sus propias responsabilidades, mientras otros explican que éstas son características propias de la “Generación Y”, de aquellos jóvenes egoístas y ambiciosos.
Cruzar la línea entre los estudios y el trabajo es una de las cosas más complicadas que tenemos que afrontar. Hay algunos que no pueden escapar a esta realidad y otros que siguen estudiando, sin embargo, hay que enfrentarla tarde o temprano.
Y tú, ¿quieres seguir estudiando o empezar a trabajar?
¡Quiero volver a la U!
Publicado
por
Virginia