Las “tías del aseo” son de aquellas personas que siempre están presentes en nuestras vidas universitarias, aunque pocas veces es valorada como tal su importancia. En contadas ocasiones ellas pasan a ser trabajadores, personas comunes y corrientes y no un elemento más del mobiliario de la Universidad. Esta es una de aquellas.
Corría el 2009 y en la Usach se desató un problema laboral con las tías del aseo, que trabajaban para una empresa subcontratista, como todas las que prestan servicios a la Universidad hoy en día: seguridad, servicios informáticos, aseo, comunicaciones, entre otros.
A través de las distintas organizaciones estudiantiles se planteó la idea de generar apoyo a las demandas de las “tías”, que se habían generado a causa de un conflicto en los contratos de la empresa tercerista con la Universidad. Básicamente eran dos las demandas mayores: pago de imposiciones y pago de años de finiquito. Pero, a raíz de estas se develaba una situación muy precaria en las condiciones laborales, espacios para almorzar y otra serie de irregularidades.
Como estudiantes de Periodismo, tomamos parte activa en la manifestación, facilitando espacios de reunión, así como los conocimientos de comunicaciones para ayudarlas a difundir su problemática, con boletines, videos, páginas web y también como mediadores del conflicto entre la Universidad, la empresa y las trabajadoras.
Fue en ese contexto en que un día fui a la casa de una de ellas, que vivía en Quinta Normal para entregarle los implementos que reunimos en una colecta en su beneficio, que eran principalmente pañales para su hijo y comida. Fue una buena experiencia, porque se tendió un puente efectivo entre las ideas politizadas de cómo llevar a cabo una movilización, con negociación y “maquineos” de por medio, contrastado con la simple, pero digna necesidad de tener un trabajo estable, aunque fuera por el sueldo mínimo. Eso era a fin de cuentas lo que las tías exigían.
A fin de cuentas, fue una movilización que a muchos les dio sentido, porque se sintieron aportando realmente, pero el problema mayor no se pudo solucionar. Una solución óptima o la aspiración política, era conseguir la integración a la Universidad, como funcionarios, pero con el actual sistema de gestión de las instituciones de educación superior, esto era una demanda imposible.
Finalmente, se trabajó en talleres de nivelación de estudios, a fin de que pudieran terminar cuarto medio con exámenes libres y así mejorar un tanto las expectativas de conseguir un trabajo mejor remunerado. Un avance en lo subjetivo, fue integrar una valoración hacia ellas como trabajadores indispensables del funcionamiento de cualquier entidad, tanto como los propios académicos, como los mismos estudiantes. Así ya no serían las “tías del aseo”, sino los “trabajadores de la limpieza”. Un mero eufemismo, pero que encerraba, en ese momento, una sentimiento de dignidad.
Envíale saludos a las "tías" y cuéntanos una historia que hayas tenido con ellos/os