A la hora de abordar las demandas estudiantiles, generalmente la atención se pone en los ámbitos que se relacionan directamente con los estudiantes, por ejemplo, las becas, créditos y ayudas estudiantiles. Sin embargo, también es importante conocer cómo se financian las instituciones de educación superior. En este caso, el enfoque estará en las universidades del Consejo de Rectores (Cruch), también conocidas como “tradicionales”.
En primer lugar, habría que aclarar que un plantel tradicional no es necesariamente estatal. El Cruch agrupa a 25 casas de estudios, de las cuales 16 son del Estado, y el resto son privadas, aunque se reconocen con carácter público y no tienen fines de lucro. Las primeras incluso se agrupan también en otro organismo: el Consorcio de Universidades del Estado de Chile (CUE).
No obstante algunas diferencias en cuanto su funcionamiento, tanto las estatales como las privadas del Cruch se financian, en parte, gracias al Aporte Fiscal Directo (AFD). Se trata del financiamiento basal más importante y consiste en un subsidio, que puede ser destinado libremente, asignado en un 95% conforme a criterios históricos. El otro 5% se asigna según indicadores de desempeño anuales que se relacionan con la matrícula, el número de académicos con estudios de postgrado, y la cantidad de proyectos y publicaciones de investigación de excelencia.
Por otro lado, otra fuente de ingresos es por medio del Aporte Fiscal Indirecto (AFI), el cual es asignado a quienes admitan a los 27.5000 mejores puntajes de los alumnos matriculados. Estos dineros no solamente son destinados a casas de estudio del Cruch, sino a todas las universidades, institutos profesionales y centros de formación técnica, que se encuentren reconocidos por el Mineduc.
Otro mecanismo de financiamiento es el Fondo Basal por Desempeño, reservado a las 25 instituciones del Cruch. Se trata de recursos de carácter plurianual y cuya renovación dependerá del cumplimiento de resultados, y de la disponibilidad de recursos en la Ley de Presupuestos de cada año. Para ello, las universidades se dividen en tres categorías: las que tienen énfasis en la docencia e investigación, y programas de doctorado; aquellas enfocadas en la docencia e investigación focalizada; y las universidades con énfasis solamente en la docencia.
Además el 2001, fue creado el Fondo de Fortalecimiento de Universidades del Cruch, con el objetivo de fortalecer a las instituciones en cuanto a su infraestructura y el apoyo docente para el aprendizaje en pre-grado. Esto enfocado en los estudiantes de los dos primeros quintiles.
Si bien todos estos mecanismos de financiamientos otorgan una parte considerable del presupuesto de las universidades, los aportes del Estado no son suficientes y las instituciones deben recurrir al autofinanciamiento. De esta forma, el costo se traspasa hasta las familias, en forma de aranceles, los cuales suben para cubrir, por ejemplo, asuntos como los reajustes salariales del sector público.
“El Estado ha ido endosando el financiamiento de las universidades a los estudiantes, con aranceles cada vez más elevados. No sólo el financiamiento de sus estudios, sino de la investigación en ciencia y tecnología. Las universidades que tenemos esa actividad no son financiados por los proyectos, que no cubren la remuneración de un investigador”, señaló al respecto el rector de la Universidad de Santiago, Juan Manuel Zolezzi.
¿Crees que el Estado debe aportar más recursos a las universidades del Cruch?