Muchos de nosotros hemos tenido que enfrentarnos a la estresante situación de presentar un trabajo, proyecto o resultados ante nuestros jefes y colegas. Sin duda, para nadie es una experiencia fácil y queremos hacerlo lo mejor posible. Para esto, te damos los mejores consejos para superar el pánico escénico y entregar una exposición con confianza, de manera fluida y clara.
El pánico escénico es un estado de emergencia del organismo en el que se corta la comunicación entre las estructuras básicas del cerebro (aquellas que regularizan la respiración y la palpitación del corazón) y la corteza cerebral, la que aportaría el control racional. Es el miedo de estar o hablar en público y se presenta a través de la ansiedad con síntomas como manos temblorosas, palpitaciones, tartamudeo y sudoración excesiva.
Para superar esta fobia, la psicóloga Tamar Chansky explica en su libro “Libérate de la ansiedad” algunos pasos y estrategias para poder controlar la angustia, erradicar el miedo escénico y enfrentarse al auditorio.
- Tener siempre en cuenta el presente: Chansky aconseja que, a medida que se acerca el momento de la exposición, no pensar en lo que pasará o podría pasar. Hay que concentrarse en lo realmente necesario para que las cosas salgan mejor, como practicar, buscar consejos y dormir. Permanecer en el presente es una manera de estar preparado, no asustado.
- No te obsesiones con la perfección: Es habitual que las personas se enfoquen en lo que deben hacer para que todo salga perfecto y se olvidan completamente de lo importante. Al querer resultados perfectos, estarás pendiente de ello y tu estrés y ansiedad serán percibidas por la audiencia mucho más que tus propias cualidades. “No somos juzgados por imágenes individuales, se nos juzga por el conjunto entero. Las películas de nuestras vidas están compuestas por lo bueno, lo malo y lo feo, pero el conjunto de todo debe ser considerado por uno mismo como algo muy grande”, explica la psicóloga.
- Céntrate en el objetivo de tu presentación: No pienses tanto en la crítica y enfócate en cuál es el objetivo de tu discurso, entrevista o situación que debes enfrentar. “El público no es un lobo hambriento que nos va a morder. Hay que tener en cuenta lo que ellos quieren o necesitan escuchar”, puntualizó Chansky.
- No le des tanta importancia a lo que pueda pensar el público: Ésta es una de las preocupaciones más frecuentes entre los que sufren pánico escénico y se deben enfrentar a una aparición en público. Sin embargo, la respuesta del público es sencillamente imprevisible, así que lo mejor es no obsesionarse con ella. . Tamar Chansky propone “fijar la mirada en los rostros sonrientes que están asintiendo con la cabeza, en lugar de aquellos que están sacudiendo sus cabezas o se entretienen con sus teléfonos móviles”.
- Si te equivocas, ríete de ti mismo: Debes aprender a disfrutar de los momentos en el escenario, no a odiarlos. “Desde los atletas hasta las celebridades (se equivocan), estar en paz con la audiencia conlleva siempre una cosa: olvidarse de que existe, excepto al final, para recibir los aplausos, ese momento tan importante del que sentirse orgulloso”, manifiesta Chansky.
“El problema es que pensamos que todo el estrés es malo. Vemos titulares sobre ‘el estrés mata’ y tenemos conversaciones sobre estar estresado, pero antes de hablar en público, la gente suele interpretar las sensaciones de estrés, como mariposas en el estómago, como una advertencia de que algo malo está por suceder. Pero esos sentimientos sólo significan que nuestro cuerpo se está preparando para hacer frente a una situación exigente”, explica Jeremy Jamieson, el autor principal del estudio y profesor asistente de psicología en la Universidad de Rochester.
Jamieson explica que estas sensaciones significan que tu cuerpo está reuniendo recursos, bombea más sangre a los principales grupos musculares y lleva más oxígeno al cerebro. Estas respuestas fisiológicas nos ayudan a ejecutar y a estar alerta, si nos enfrentamos a un oso en el bosque o a una audiencia crítica. Las técnicas de relajación pueden ser útiles en situaciones que no requieren el máximo rendimiento, pero cuando no enfrentamos a un examen físico de alto riesgo, una entrevista de trabajo o un compromiso para hablar en público, una estrategia mejor es reformular nuestra forma de pensar sobre el estrés.