La comunicación informal en el trabajo es una constante. Las copuchas y los rumores generan falta de confianza y poco entendimiento entre las personas que trabajan en la organización y, la verdad, es casi imposible que existan. Sin lugar a dudas para un líder de cualquier organización es realmente complejo lidiar con este tema, pues no solo afecta las relaciones entre compañeros de trabajo, sino que también la productividad. Por lo tanto, cualquier empresa bien constituida debería contar con estrategias y canales sólidos de comunicación que, a través de la confianza, mitiguen el ruido que los rumores pueden causar.
Provengan de donde provengan, cualquiera sean sus orígenes o procedencia, culturalmente, los rumores generan fascinación entre los seres humanos. Siendo -históricamente- causantes de pánico, temor a la guerra o a calamidades, presagios y vaticinios o del éxtasis del triunfo. Mientras que en la vida, estos “malos entendidos”, llegan a destruir amistades, separar parejas o confirmar amoríos. En otras palabras, los rumores han hecho la historia o se inscriben en ella. Difícil es cuando el rumor parte de tus compañeros de trabajo y permea a tus superiores poniendo en juego las relaciones interpersonales y finalmente el puesto laboral.
En relación a esto, Andrea Monsalve, profesora, nos cuenta: “En el colegio donde yo trabajaba tenía un grupo de amigas que aún mantengo y, obviamente, nos gustaba salir. Pero no sé cómo, cada vez que salíamos a bailar, en el colegio se enteraban y comenzaba el “cuchicheo”, se decían cosas que no eran ciertas, como que si andábamos con un vaso en la mano éramos borrachas o cosas así. Incluso en las reuniones de consejo el director “tiraba palos” como que no había que ir a tal discoteca, que los solteros deberían cuidar su vida personal, que incluso teníamos que tener cuidado en tomarnos algo en algún lugar público, porque podían vernos, como si fuera algo muy terrible. Ya no era sano, nosotras notamos que nos andaban vigilando y paramos de salir, nos sentíamos perseguidas”.
“Finalmente, a mí me echaron y el rumor que corre es que fue por eso. A veces creo que es verdad, porque como profesora la evaluación era excelente, nadie en mi ex colegio puede poner en duda que yo era y soy buena profesora. Nunca llegué atrasada ni falté. Se aprovecharon de un rumor para desvincularme y poner en mi lugar a la sobrina de una jefa”, agregó Andrea.
Los rumores también indican un prejuicio o juicio de valor negativo y las víctimas de los rumores, como en el caso de Andrea, son como chivos expiatorios. Pero a diferencia del rumor, el prejuicio no es un azar. Se trata más bien de un componente esencial del sistema inconsciente. En la perspectiva de la comunicación, los rumores no pueden identificarse con los prejuicios ya que la superficialidad es un componente esencial de los mismos.