Una encuesta aplicada por Sommergroup (equipo de profesionales que se dedican a la consultoría empresarial) arrojó que un 88% de los ejecutivos renuncia a causa de su jefe y en más alto porcentaje por su conducta despótica frente a su equipo de trabajo que termina por colmar la paciencia de los empleados.
Y ¿Quién no ha tenido un jefe así? Que te hace trabajar bajo presión, que te ningunea, que viene con aires de superioridad como diciendo: “Aquí te las traigo Peter”.
Ser jefe o líder implica cualidades especiales para ocupar el cargo. Capacidad de gestión, de relacionador. Ser empático con el equipo de trabajo, humilde y tolerante. No se trata de ordenar despóticamente para que todo marche sobre ruedas. Eso solo demuestra la poca capacidad de liderazgo que ejerce sobre el grupo humano y que se debe ver compensada con imposiciones más que con respeto, infundiendo temor y rencor.
El sueño del “Pibe” en estos casos, es poder mirarlo fijamente a los ojos, tal como él te mira cuando te increpa y decirle: ¡CHAO JEFE!
Es cierto que hoy – y por la legislación laboral – no es muy recomendado renunciar, más cuando llevas mucho tiempo trabajando en la misma empresa, ya que el finiquito no corre para dicho empleado (a menos que esté estipulado por escrito y se acceda a un convenio mutuo). No obstante, hay veces en las cuales la renuncia es la puerta a la libertad.
Profesionales ha preparado la siguiente nota con las 3 mejores formas de renunciar:
Renuncia con dignidad: Llegado el momento “final” tu jefe te gritonea y te anuncia que te ha despedido, pero ¡no! Tú lo miras y le dices: No, no es necesario, yo renuncio. Es necesario hacer hincapié en que aquel empleado que renuncia no es merecedor - por ley - de finiquito y/o indemnización alguna.
Renuncia Catarsis: Cuando ya estás muy agobiado de los gritos y maltratos de tu jefe y crees que no soportas más ha llegado el momento de irse, pero no sin antes decirle unas cuantas verdades a la cara, tirarle un vaso de agua (al más puro estilo de María Música con la exministra de Educación, Mónica Jiménez) y una palmada en la “pelada”. Sin duda te vengarás de todos los malos ratos que te hizo pasar. La hemos llamado “Catarsis” porque es casi una purificación del alma sacándote de los hombros esa pesada mochila de rencor. Ahora pueden quedar en paz, aunque no creo que él quede muy feliz.
Renuncia a lo “Chavo del 8”: Una vez extenuado de tu pega y del “Big Boss”, tomas tu cajita, pones tus cosas y dejas tu carta sobre su escritorio. Te vas entre la mirada atónita de tus compañeros y del mismo que tanto te humilló.
Renuncia Bochinchera: No contento con querer irte por las buenas, preparas una “sorpresita” a tu jefe. Lo esperas en un punto de la empresa y junto a ti, una banda instrumental que celebre en el mismo instante que tu entregas tu carta formal, tu salida para siempre del conglomerado.
Renuncia al estilo de Nail Armstrong: Como el primer hombre en la Luna, anuncias en voz alta que te largas de ese lugar “Un pequeño paso para el empleado pero un gran paso para la empresa” mientras atrás suena la música ad-hoc para el momento.
Este glorioso momento puede tener mil y una formas de hacerse. Dependerá del instante preciso y las condicionantes de tu propia situación. Y lo más importante siempre, es conservar tu dignidad y bienestar personal.
Y tú ¿Cómo renunciarías?