El carrete, las fotocopias y los bajones son parte de la rutina de la vida universitaria. También está la carga semanal del pase escolar, los cafés cuando hace frío y los cigarros. Todos, a fin de cuentas, partes necesaria de la semana. Porque es sabido que cuando se estudia siempre hay algo en que gastar. Ya sea para la diversión o para los trabajos, los bolsillos se van vaciando conforme avance el mes. Por eso, no es una novedad que ya pasada la quincena no se tiene dinero ni para hacer cantar un ciego. Sin embargo, muchas veces, no significa que para sobrevivir hay que pedir más mesada o trabajar unas cuantas horas extras, porque con algo de ingenio y orden se puede llegar al día treinta con la frente en alto.
Primero, independiente del monto total que se tenga hay que saber distribuir el dinero. Para eso se debe aproximar o sacar la cuenta de cuánto se gasta por cada una de las necesidades básicas de un universitario. Como por ejemplo, el transporte, el almuerzo y las fotocopias. Una vez hecho el cálculo es recomendable guardar esa plata y sacarla exclusivamente para su uso, ojo con tentarse con comilonas extras o compras innecesarias.
Lo que sobra de tus principales gastos, divídelos por semanas. Lo ideal es hacer una meta con fecha límite, lo que quiere decir, proponer gastar X cantidad de dinero y que dure X cantidad de días. Con esto, ya existirá conciencia de cuánto se puede comprar.
Por sobre todo, es muy importante ahorrar en todo momento. Si la universidad queda cerca de la casa, perfectamente se puede caminar o andar en bici. Si llegaste en metro y estás pocas horas en tu facultad devuélvete en micro para que no te cobre de nuevo. Intenta llevar siempre comida de tu casa, es mucho más saludable y barata. Además, te saltas interminables filas para comprar en las picadas. Busca el libro en la biblioteca o léelo en internet en vez de sacarle fotocopia. Si no está en tu establecimiento pídeselos a amigos de otras universidades. Si en verdad quieres el texto impreso cómpralo a medias con tus compañeros y rótense con su lectura.
Aunque los gustos lo impidan, una buena opción para no pasarse en los gastos, es comprar las cosas más baratas que encuentres, si vas a un bar toma la cerveza más económica o si comes algo trata de que sea al menor precio. Si necesitas un libro busca uno usado. En el caso de que en verdad precises algo muy caro como una calculadora científica pídela prestado o por último arriéndala.
Siempre van a ver opciones secundarias para que no te gastes todo el dinero antes de fin de mes, solo hay que tener las ganas de ahorrar en todo lo que se pueda. Al fin de cuentas, es mucho más fácil de lo que se piensa.
Y tú, ¿qué consejos tienes para ahorrar?