La gran interrogante del joven que se aventura a la vida una vez fuera del sistema educativo tradicional es si optar por el trabajo como medio más rápido de emprendimiento, de generar recursos y lograr la soñada estabilidad que pareciese ser la manzana de oro en el árbol de la adultez o si ingresar a la Educación Superior.
En este etapa debemos realizar el esfuerzo por identificar los “pro y los contra” de cada opción. No sólo medir los beneficios a corto plazo sino también a mediano y largo.
Cada decisión que tomemos debe fijarse en ciertos parámetros que nos aseguren su “sustentabilidad” para luego no tener que vernos en el triste escenario de los arrepentimientos. Sustentabilidad en el sentido que nos asegure la constante entrega de beneficios por un período prolongado que tenga intrínseca relación con lo invertido y lo arriesgado. Deberán ser, entonces, decisiones basadas en ideales responsables y no en utopías perentorias propias de la edad.
Emprender representa una opción más expedita al éxito laboral, económico y social. Nos inserta de inmediato en el mercado del trabajo y con ello, en una nueva realidad. Responsabilidad, esfuerzo, dedicación. No es “echarse un ramo” y tomarlo el próximo semestre. Puede dispararnos al éxito rotundo de generar el usufructo esperado y de elevar las cifras propuestas. Es un camino para personas con sueños ambiciosos. Lo que se arriesga puede generar ganancias o pérdidas. No hay términos medios. El emprendimiento significa la opción del trabajo duro, arduo y la perenne promesa de un posible éxito que puede verse también nublado por las fauses del destino.
Estudiar, por su parte, te entrega una formación completa y acabada en algún área que tú hayas elegido. Los beneficios de estudiar son un poco más complejos de explicar debido a que siempre lo más obvio contiene un nivel de abstracción en su desarrollo para convencer al lector ya que por costumbre se confunde con lo moral y éticamente correcto y se corresponde con otro tipo de actitud. Pasa de “Lo que puedo hacer” a “Lo que debo hacer”. Con lo que es “bueno” para mi con lo que socialmente se cataloga como tal. Sin duda alguna, la mayor ventaja de esto es la rigurosa formación en alguna disciplina que desarrolla de manera especial en la persona el ámbito social, cultural e intelectual.
El paso por la Educación Superior te ofrece herramientas muy útiles para la vida en general. Desarrolla responsabilidad, rigurosidad, eficiencia, eficacia y efectividad. Todas capacidades y habilidades fundamentales para el adecuado desarrollo profesional. Expuesto lo anterior surgen dos preguntas: ¿Por qué disociar dos cosas que pueden estar totalmente relacionadas entre si? ¿Acaso no existirían más beneficios si emprendes siendo profesional? Pueden existir grandes apremiantes de emprender una vez egresado, teniendo de base un sólido marco teórico, las capacidades y habilidades antes mencionadas ya desarrolladas y al servicios de tus propósitos, una vida social más extensa (uno de los beneficios gratuitos de la universidad) y por sobre todo la experiencia de los años recorridos.
Dos opciones distintas pero que pueden confluir – unidas o separadas - en un mismo fin: La búsqueda del éxito.
Y tú ¿Qué eliges? ¿Emprender o estudiar?