La oferta académica es amplia y muy variada. Hay tantas opciones como gustos y caprichos. Unas más largas, otras más cortas, unas más caras y otras más baratas. Unas más relajadas y otras, más complejas. De todo hay en la “Viña del Señor”. Basta recordar una de las notas de Secundarios.cl sobre “La carreras más raras que hay en Chile”. Sin embargo, existe un oficio que no se aprende en ninguna universidad o instituto pero que al parecer tiene muchos egresados o por lo menos, personas que dicen tener el título. Nos referimos a la OPINOLOGÍA.
Si analizamos concienzudamente el término – a riesgo de matar un par de neuronas – llegamos a la conclusión de que OPINOLOGÍA es el estudio de las opiniones de la gente y no la labor de opinar que vendría siendo el trabajo de un opinante. Pero… ¿es lo que vemos en la Tele?
Durante estos últimos años, los sets televisivos se han repletado de seudo-profesionales de la opinión que tras emitir un par de juicios objetivos que enaltecen y exaltan al susodicho - ya que mientras más alto, más fuerte la caída – pasan a hurgar en el pasado de éstos, recuerdan ( incluso más que ellos) antiguos amoríos, deslices, Touch and go y toda clase de hechos que puedan servir para dejar al público con la boca entreabierta mientras un par de moscas hacen un recorrido turístico en ellas. De esas etapas anteriores a caer en la tentación del chisme y el popular y vendible “cahuín” existe solo un paso. Así reza el famosísimo dicho “Del amor al odio, un paso”.
¿Cómo es que un oficio tan rentable aún no es explotado por algún establecimiento? Sería trabajoso el imaginar una malla curricular con contenidos ad-hoc para formar opinólogos. Sin duda tendríamos algunos curriculum en el escritorio para dividir los cargos: Pamela Jiles, la más crítica y ácida opinóloga de la TV chilena como Directora de Carrera, ítalo Passalacqua, que no conoce la nota 6.0 y 7.0 como Decano de la Facultad, y entre los profesores Naranjo, Quebraltó, Nacho Gutiérrez y toda la tropa de famosillos.
No cabe duda que para emitir una opinión se necesita un sustento, un “sustrato” donde apoyar la hipótesis que se formula respecto a los hechos o sucesos de los cuales se habla. Una opinión debe estar basada en sólidos argumentos y el que emite debe tener un basto bagaje cultural o al menos un conocimiento profundo del tema al que se refiere. Incluso la Radio Bio-Bio nos lo recuerda cuando dice: “El hombre que no está informado no puede tener opinión. El hombre que no tiene opinión no puede tomar decisiones” (lo más probable es que lo leas con la misma entonación que el locutor radial).
Y tú, ¿Estudiarías opinología?