Un buen clima laboral implica mucho más que sólo llevarse bien con los compañeros de labor. Hay otras variables organizacionales en juego, tales como liderazgo, motivación, participación y reciprocidad, que pueden verse afectadas de manera secundaria por formar amistades en el trabajo.
Es normal que dentro de una organización se establezcan fuertes lazos que pueden derivar en amistad, somos humanos.
Tener una persona con quién compartir momentos agradables -y no tanto- en la oficina, hace que se disfrute más del trabajo, e incluso, que el rendimiento mejore. A quién no le gusta ir a trabajar a un lugar con un buen ambiente y en el que las relaciones interpersonales se basen en el respeto y la cordialidad.
Hacer algunas pausas con alguien cercano durante el día y conversar para disminuir el estrés y la presión es impagable. Para la mayoría de las personas, el lugar de trabajo es un buen sitio para conseguir amigos. Sin embargo, hay que ser cuidadosos a la hora de elegirlos en un espacio tan importante como lo es nuestra fuente de ingreso.
Para Romina Aliaga, psicóloga organizacional de la Unidad de Desarrollo Organizacional de la Dirección del Servicio de Salud O’Higgins, “las amistades en el trabajo resultan positivas en sentido de que estos vínculos ayudan a desempeñar funciones y tareas de manera más eficiente. Cuando existe una relación amistosa, las personas se conocen de tal manera que saben cómo trabajan o cuáles son las fortalezas y debilidades el otro, lo que optimiza el logro de objetivos”.
No obstante, a diferencia de algunas décadas atrás cuando una persona ingresaba a un trabajo y las expectativas eran pasar toda la vida en ese lugar (y, por ende, las amistades y relaciones amorosas eran mucho más comunes y frecuentes), la cultura organizacional ha cambiado. Las personas van y vienen en una organización por lo que una amistad como tal es más difícil.
Eso sí, los vínculos formados en el lugar de trabajo “pueden servir para crear una red de contactos profesionales en las distintas compañías en que nos desempeñemos y ser usada de manera estratégica”, indica la experta.
Uno de los puntos negativos es cuando esta relación se da entre jefatura y colaborador, dado que se hace más dificultoso marcar y hacer respetar los límites. También cuando, por no saber o descuido, se traspasa información íntima o confidencial de la empresa.
En ocasiones, las fricciones cotidianas o la alta competencia entre pares desencadenan roces, pero hay que ser lo suficientemente hábil para lidiar con ello sin llegar a extremos.
Si se cree estar trabajando con alguien que no propicia el ambiente dentro de una compañía, hay que ser inteligente y desarrollar estrategias para “combatirlo”. Aunque se debe verificar si de verdad esta persona quiere perjudicarnos o si es solo nuestra imaginación. Así, se deben atajar de inmediato los problemas, evitar los chismes y enfrentar, sin llegar al contacto físico, a quienes están provocando problemas.
Es importante tomar con precaución las relaciones de amistad en la organización y no olvidar que se está en el trabajo.