Terminar el colegio como el mejor de tu curso o el más destacado de tu promoción es una de las cosas que cualquier estudiante desearía. Pensar en todo el peso emocional que esto conlleva es muy diferente, ser el mejor dentro del grupo es harto, todos tienen esperanzas en esa persona, tienen su fe puesta en él, esperan lo mejor. El problema es que llegar a la universidad y rendir de la misma forma es un desafío de palabras mayores.
Francisco estudió en un colegio particular subvencionado, religioso, de pueblo, el cual tenía rendimiento promedio o quizás más bajo. Durante enseñanza media obtuvo un muy buen rendimiento académico, al finalizar cuarto medio fue premiado como el mejor de su curso. Rindió la PSU y obtuvo, nuevamente, un muy buen resultado, ponderó sobre 750 puntos, lo suficiente para ingresar a Ingeniería Civil en la Universidad de Chile.
Salió del seno materno, ahora todo sería diferente, la rutina, los amigos, el lugar físico, ya no estaría cerca de su familia, y, lo más importante, ya no tendría que estudiar, más bien, leer antes de la prueba, sino que debería “ponerse las pilas” si es que deseaba continuar con el mismo rendimiento que todos, además, esperaban continuará. Como es de esperar, era difícil el objetivo, las primeras calificaciones fueron pésimas, no superaban el tres; el autoestima bajó, el ánimo la siguió. Las calificaciones siguieron abajo por un buen tiempo, no encontraba la forma correcta de estudiar, no entendía que lo importante es la calidad y no la cantidad de horas de estudio. Debido a las malas notas no viajaba a ver a su familia, lo que lo mantenía en constante tristeza, para él, nada mejoraba en el ningún ámbito.
Luego de unos meses de tormenta salió el sol y el estudio comenzó a dar frutos, las notas subieron notoriamente, comenzó a viajar más a su casa y ya no estaba solo, pues se había hecho de varios amigos. Pero esto no fue gratuito, esto fue debido a lo terco, tenaz y persistente que fue, a que sin importarle los miles de fracasos, él buscaba un éxito, y finalmente lo logró, actualmente está en quinto año de la carrera, es uno de los mejores de su promoción y no ha perdido ningún año, pues solo ha reprobado 2 ramos durante todos este tiempo.
Un caso completamente diferente es Javier, comenzó de la misma forma que el caso anterior, ingresó a odontología en la universidad de Talca, estaba acostumbrado a obtener buen rendimiento, pero, se convirtió en parte de las estadísticas, obtuvo muy malas calificaciones al principio, lo cual obviamente le quitó entusiasmo y finalmente desertó antes de terminar el año. Él, no puedo soportar el fracaso académico.
El próximo paso fue asistir a un preuniversitario en su pueblo natal el resto del año, rindió la PSU, lo más probable es que el resultado no haya sido el mejor, ya que ingresó a medicina en la universidad San Sebastián. Su rendimiento siguió sin ser óptimo, pues al año siguiente asistió a una casa de estudios especializada en preparación PSU situada donde él había comenzado estudiando odontología. El año después se matriculó en ingeniería en la Pontificie Universidad Católica, actualmente estudia medicina en el mismo lugar donde lo hizo previamente. Este rendimiento irregular es la prueba de no poder superar las malas calificaciones que traen el ingreso a la universidad, sobre todo si se proviene de establecimientos educacionales poco exigentes. Al analizar los resultados de la falta de perseverancia o de malas decisiones, se pueden enumerar; los años mal utilizados, el mal gasto económico, aunque se estudie con becas o ayudas del estado, pues muchas veces los estudiantes cambian de ciudad y pagan arriendo, o deben transportarse largas distancias, etc.
Estas son las principales razones por las cuales debes pensarlo muy bien al ingresar a la universidad, evaluar si serás lo suficientemente fuerte emocionalmente para superar las lejanía, las malas notas, la falta de sueño, etc. el éxito universitario no es fácil como lo es en el colegio, no es leer el cuaderno el día anterior, es adquirir hábitos, administrar tiempos y dineros, es comprobar cuan valioso eres psicológicamente, es tener la fortaleza de dejar de ser el niño que todos admiran por ser el mejor y pasar a ser un hombre más del montón. Es asumir que lo importante es lo que aprendes, no las notas que sacas, es entender que ser igual al resto no es tan malo, pues así no todos esperan tanto de ti como solían hacerlo, por ende no hay tanto espectador en tus caídas.
Finalmente, de cada caída algo nuevo y valioso se aprende, así que no te “bajonees”, no vivas del pasado, vive y aprende de tu presente, aunque este no sea como esperabas. Ya que lo más probable es que tu futuro si sea brillante.
Tú; ¿Perseverarás o darás un paso al costado?