Un 5,2% de cesantía se presentó durante diciembre en el Gran Santiago. La histórica cifra refuerza los análisis de los más optimistas y las discusiones se centran más en el empleo y sus cifras, que en la falta de él. Por ello no es frecuente la pregunta acerca de la relación que podría tener la tecnología con la disminución de puestos de trabajo.
Aunque sean innegables los beneficios que los nuevos avances técnicos han brindado al desarrollo de los países, cabe preguntarse si también no han influido en la cesantía.
“La tecnología elimina más puestos de trabajo que los que puede crear”, afirmaba el premio Nobel de Economía de 1973, Wassily Leontief, en un artículo publicado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Otros antecedentes es posible encontrarlos durante el siglo XIX, cuando un movimiento conocido como Ludismo, tuvo a cientos de trabajadores destruyendo las máquinas a las que culpaban de haberles quitado el trabajo.
Pese a que hoy es raro encontrar una tendencia que se oponga con tanta determinación a la tecnología como lo hicieron los luddistas, las reflexiones en torno al papel que juegan los avances técnicos en relación al empleo no se terminan.
Leontief afirmaba que luego de que los nuevos progresos tecnológicos reemplazaran a los trabajadores de un sector económico determinado, siempre existieron otros que absorbieron a los despedidos.
Mientras que la particularidad del presente estaría en la falta de un nuevo sector significativo, que pueda reubicar a la mano de obra desplazada. La única excepción sería el área del conocimiento, cuyos profesionales continuarán creciendo.
Y si bien se ocupan máquinas que son capaces de hacer lo que antes hacía una persona, se podría afirmar que otro puesto de trabajo es creado en la fabricación de dicho aparato. No obstante, Leontief se opone a esta concepción.
“Alegar - que los trabajadores desplazados por las máquinas encontrarán necesariamente empleo en la construcción de dichas máquinas no es mucho más sensato que considerar que los caballos desplazados por los vehículos mecánicos pueden ser empleados directa o indirectamente en distintos sectores de la industria automotriz”, apunta.
Asimismo, cabría preguntarse si es la tecnología en sí la que provoca desempleo, o más bien no serán otros factores los determinantes. Manuel Castells, sociólogo español e investigador del Instituto de Estudios Sociales Avanzados, afirma que “empíricamente, la mayor parte de estudios que se han hecho -y han sido muchísimos- sobre la relación entre tecnología y pérdida de empleo, muestran que no hay relación.”
Para Castells culpar a la tecnología de la cesantía es verla como un fenómeno natural, olvidando que se trata de uno social. “. Que los culpables no son las empresas, ni los trabajadores, ni los gobiernos. Que no es culpable la Unión Europea. Que nadie es culpable de nada. Simplemente hay un fenómeno natural llamado tecnología que llega y nos quita el trabajo. Tal planteamiento es absolutamente reaccionario”, explica el sociólogo.
No elimina puestos de trabajos, pero tampoco necesariamente crea nuevos
Castells tampoco cree que es efectivo que, por definición, las nuevas tecnologías generen más empleo. “Depende de qué tecnología, de qué puesto de trabajo, de qué formación, de qué políticas de la empresa, de qué políticas del gobierno. Depende de todos esos factores. Para entendernos, el resultado final de millones de estudios empíricos es que no hay relación por sí misma entre tecnología y empleo. Depende de muchas otras cosas”, aclara.
Por otro lado, pese a las altas cifras de empleabilidad, las precarias condiciones laborales de muchos es algo que preocupa a economistas chilenos. "Hay otro tema que es la calidad del empleo, y eso es de otro alcance. Los trabajos en Chile en general son bastante modestos o mediocres desde el punto de vista tanto de productividad como de salario, y como ejemplo la mitad de la gente gana menos de $400.000 al mes", dice Joseph Ramos, académico de la facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile.
Esta preocupación por la calidad de los trabajos se complementa con la necesidad de una permanente capacitación. Porque aunque la tecnología sea capaz de solucionar muchos problemas por sí sola, no se debe olvidar que siempre existirán personas que estarán detrás de su fabricación, operación, mantención o reparación.
Castells llama “trabajo auto-programable” a aquel en el cual el trabajador debe redefinir constantemente sus capacidades conforme cambia la tecnología. Así, lo que la gente aprende en su formación académica, e incluso en sus primeros años profesionales, va quedando obsoleto. Esto “tanto desde el punto de vista de tecnologías que se aprenden, como desde el punto de vista de qué tipo de empresa, qué tipo de gestión, qué tipo de mercado se toca”, expone el académico.
“Lo cual quiere decir que aquellas personas que sean capaces de redefinir lo que tienen que hacer, volver a aprender, volver a entrar en saber cómo hacer las nuevas tareas, nunca se quedarán obsoletas” concluye.
En consecuencia, otro punto importante es la permanente capacitación de los trabajadores. Más allá de la discusión acerca de si la tecnología crea o no nuevos puestos de trabajo, siempre se necesitará un conocimiento determinado para lidiar con ella. Sin estas habilidades desarrolladas, efectivamente se fomentará el desempleo, excluyendo a quienes se hayan quedado atrás en el manejo de las nuevas técnicas.
¿Crees que la tecnología puede aumentar la cesantía?