Ya se está por cumplir una semana desde que se dieron a conocer los resultados de la Prueba de Selección Universitaria, PSU. Asimismo, el periodo para postular al sistema único de admisión de las universidades del Consejo de Rectores (Cruch) y las privadas adscritas, finalizó este sábado. Cada año son cientos de miles quienes se matriculan en alguno de los planteles que forman parte de este proceso, y también en las que tienen sus propios mecanismos de matrículas. Ante este panorama, la universidad parece ser un camino a seguir casi por inercia.
Sin embargo, la realidad demuestra que son muchos quienes toman caminos distintos. Así por ejemplo, el optar por trabajar en vez de ingresar a la universidad es una situación frecuente. Hacia el año 2003, sólo el 14,5% de los jóvenes del primer quintil, el de menos ingresos, accedía a la educación superior, en contraste al 73,7% del quintil V.
Por otro lado, en otros países se habla de la “generación ni-ni” para nombrar a quienes tienen entre 18 y 30 años y no trabajan ni estudian. Según cálculos del año 2009, este tipo de jóvenes alcanzaría el 16% en Chile. No obstante, más que por razones económicas, esto respondería más bien a cierta apatía.
Descartando una situación socioeconómica que lo impida y el rechazo a estudiar, cabe preguntarse ¿vale la pena estudiar cualquier cosa sólo para ingresar a la universidad? Son varios los factores a considerar, en especial, si la presión social por ingresar a una carrera universitaria es alta y las dudas son muchas.
Decidirse a iniciar estudios superiores sin haberlo pensado bien, puede tener múltiples consecuencias, entre ellas la deserción. Según Harald Beyer, ministro de Educación, sólo se titula el 57% de los estudiantes que ingresan a la universidad.
Asimismo, de las 52 universidades existentes, en 17 de ellas desertan un cuarto o más de los alumnos. A esto se le suma el cuestionamiento en el que han caído algunas instituciones, luego del escándalo por malas prácticas en el Consejo Nacional de Acreditación (CNA).
Y así como elegir cualquier universidad sólo por el hecho de entrar a una puede ser precipitado, también lo será elegir cualquier carrera, en especial considerando que la mayoría de las universitarias duran cerca de cinco años.
Debido a la menor duración y el déficit de profesionales técnicos que presenta nuestro país, estudiar una carrera técnica puede ser una buena opción. Además hay muchas especialidades que están siendo bien pagadas. Sin embargo, tampoco hay que olvidar que en estas instituciones también existe deserción. Según un estudio, que hizo un seguimiento a toda una generación durante cinco años, sólo el 33% de los estudiantes de institutos profesionales terminó la carrera. En el caso de los centros de formación técnica, el 49% completó los tres años que suelen durar los programas.
Por último, hay quienes sin tener un título universitario ni otros estudios superiores formales, logran abrirse camino y conseguir trabajo estable o tener su propia empresa. No obstante, si bien hay muchos casos exitosos, también dependerá de factores como los contactos, la postulación a fondos, las aptitudes para hacer negocios o, incluso, la suerte.
Estudiar cualquier cosa sólo por entrar a la universidad puede traer más costos que beneficios. Aunque se debe reconocer que quienes tienen un título universitario ganan más que quienes no, tampoco hay que olvidar el cuestionamiento en el que han caído varias instituciones, y los altos índices de abandono que se dan en algunos planteles y carreras. Igualmente, si bien seguir la vocación no siempre asegura un futuro económico auspicioso, al menos sí evita la deserción. Por eso, antes de ingresar a una carrera universitaria casi por inercia, lo mejor será pensar bien qué es lo que se quiere y considerar otras opciones.
¿Crees que es bueno estudiar lo que sea con tal de entrar a la universidad?