A veces los objetivos laborales se convierten en enormes monstruos imposibles de vencer. Y nos preguntamos, ¿qué es lo que estamos haciendo mal? ¿Somos trabajadores competentes, con los conocimientos necesarios para llevar a buen puerto nuestra labor? A veces el problema no es nuestra competencia, si no el modo en que nos ordenamos. Un trabajador desordenado baja notablemente su productividad. No se trata solo del escritorio y del ambiente de trabajo en general, se trata también de la manera en que se planifican las actividades. ¿Usamos nuestra memoria como agenda? Imposible, siempre se nos va a escapar algún detalle, por más minuciosos que seamos. No se trata de un capricho, el cerebro funciona de esa manera. Prioriza lo más importante y olvida lo accesorio. Funciona bien para la mayoría de los aspectos de la vida, pero en el trabajo los detalles son vitales. Por eso, una agenda debería acompañarnos siempre. Será un factor de orden para nosotros y para todo el grupo de trabajo. Además, con una agenda organizada podremos planificar márgenes generosos de tiempo, así no corremos siempre contra reloj.
Comúnmente dicen que para agilizar el trabajo es mejor hacer varias cosas a la vez. Eso no es cierto. Se ha comprobado que es mejor enfocar toda la atención en un trabajo por vez. Esto nos asegura calidad y nos evita tener muchas cosas empezadas sin terminar. Por el contrario, lo que deberíamos hacer es establecer un listado con las tareas que debemos realizar según su urgencia e importancia. Tengamos en cuenta que no siempre la urgencia es igual para todos. También debemos señalar qué cosas tienen que estar resueltas en determinado tiempo y todos los detalles que sea necesario recordar. Otra cosa que se suele hacer es dejar la tarea más difícil a último momento: gravísimo error. A última hora tendremos que hacer todo rápido y a las apuradas se cometen más errores. Si la tarea no es sencilla, precisamente se requiere más tiempo para resolver las dificultades, para consultar y pensar con propiedad.
Hay personas que logran concentrarse con mayor facilidad que otras. Pero debemos reconocer que con una radio prendida o las redes sociales abiertas, es imposible pensar con claridad. Menos cuando cada persona que pasa cerca es bienvenida para charlar de cualquier asunto. A veces nos cuesta terminar la charla con una persona. Pensamos que se puede enojar. Pero si sabemos decir que en este momento no podemos atenderlos, los demás van a entender perfectamente. Asimismo, suele ocurrir que las personas son desordenadas porque se complican demasiado. Si no se puede, no hay que asumir un compromiso y si es posible delegar, lo hacemos. ¿Podremos dejar atrás nuestro desorden?, ¿Seremos capaces de cambiar?
Fuente de imagen: JuanJaén, bajo licencia Atribución-CompartirIgual 2.0 Genérica, disponible en:http://www.flickr.com/photos/juanjaen/30843467/
¿Eres desorganizado en tu trabajo?
Publicado
por
Consejos Profesionales